Por Maru Lozano Carbonell
Si partieras ahorita, ¿cómo te va a recordar la gente? Cuando uno mejora la salud o sale adelante de un profundo bache, la perspectiva de la vida cambia por completo. El objetivo se modifica y se vuelve más “un día a la vez”.
Ojalá todo el mundo recordara nuestra presencia como el momento feliz que han pasado con nosotros. Depende de la huella que pretendamos dejar, es el tipo de pisada que hemos de plantar.
Para empezar, cada quien da lo que puede, lo que sabe dar y son las sacudidas de la vida las que te van moldeando. ¿Por qué las sacudidas? ¿Solo aprendemos a trancazos? Es que al parecer, si no nos reprueban y sentimos consecuencias a nuestra flojera, no nos esforzamos. Es hasta que nos echan de un trabajo que decidimos comenzar con nuevos bríos. Es hasta que la salud empeora cuando nutrimos nuestro cuerpo, mente y espíritu… Así nos podríamos seguir.
La cuestión es, ¿por qué no aprendemos desde el amor? ¿Por qué no aprendemos desde el sabio consejo? Es que si analizamos, hay muchos factores que nos hacen emerger desde lo “negativo”. Sentimos que si no hay dolor o fracaso, no hay oportunidad de crecer como persona.
Este tema complejo puede traer a la mesa muchos temas más que pocos nos ayudan a explorar. Si nos vamos a las doctrinas religiosas, con regularidad se entiende que, es desde el dolor y sufrimiento como manera de vivir, que nos conducimos a la plenitud. Si lo comparamos con un bebé que aprende a caminar, intentará levantarse, hará el esfuerzo y después de algunos pasos chuscos, caerá. Llorará, se enojará, pero la necesidad o lo que gustes, lo impulsará a intentarlo de nuevo hasta lograrlo.
Si conduces un auto, ¿recuerdas cuando estabas aprendiendo a manejarlo? Había miedo, frustración, estrés y mucha torpeza. Pero había alguien a tu lado confiado que eso es así y que pronto estarías maniobrando a la perfección.
Sí, desde la frustración y el dolor se llega al logro. Pero no ese dolor introyectado e infligido que entendemos mal, yo lo llamaría experimentado. Desde la experiencia de vivir el esfuerzo de realizar algo, nuestra personalidad se irá moldeando y por ello seremos recordados.
Cuando somos lo suficientemente humildes para dejar que nos enseñen, escucharíamos atentamente y lograríamos lo que se esperaba de nosotros. Es cuando entonces nuestra curiosidad por algo más surge, es decir, trascendemos.
La trascendencia es una fortaleza y capacidad humana que Abraham Maslow, situó en un estadío más alto de su pirámide de necesidades humanas junto a la autorrealización. Otros psicólogos como Víctor Frankl y William James también han hablado de ella como una emoción de elevada vibración. Es que sí, una vez que aprendemos, vamos un paso más allá, como ese bebé que aprendió a caminar, no se ancló en esa experiencia ni en esa práctica, ¡ya corre!
Trascender es ser flexible y abierto a todas y cada una de las vivencias sin juzgar para poder dar más pasos e ir más allá de nuestras fronteras impuestas, nuestras creencias y sobre todo, de nuestro ego.
También trascender es preocuparse, abrirse y abrigar al otro. ¿Alguien podría recordarte así? Entonces en vivencia, vas bien.