Violencia extrema y sustos artísticos

Por El Recomendador

1.- La bala perdida 2, película francesa en la que las peleas no paran y los imposibles no existen. Lino es un genio de la mecánica automotriz que tiene que limpiar su nombre y vengarse de los asesinos que mataron a su hermano y a su mentor que son unos policías corruptos implacables.

Toda remembranza a lo rápido y furioso de la acción es algo obligado que se receta prolija y recalcitrantemente a los adictos a la acción relampagueante, pero en este caso, al estilo francés.

2.- El gabinete de curiosidades, serie del mexicano Guillermo del Toro. Sofisticada y horrible, pero con uno que otro capítulo que además de asustar tiene cierto toque artístico. En realidad, son ocho mini películas dirigidas por varios directores especialistas en filmes de terror.

Escribe el crítico Fran Chico que en esta serie “Veremos brujas, monstruos, alienígenas, zombies, demonios y, por supuesto, fantasmas y espíritus. De lo macabro a lo mágico y de lo gótico a lo grotesco o lo espeluznante al más puro estilo clásico, estos ocho cuentos, todos igual de sofisticados y siniestros, cobran vida gracias a un equipo de guionistas y directores escogidos personalmente por Guillermo del Toro”.

Hay un episodio de ratas horribles que fluyen de las entrañas de las tumbas y se meten a las tripas de un obsesivo ladrón de tumbas; todo lo desmenuzan y sus fauces babeantes se agrandan y agrandan. Este es un buen ejemplo de la belleza de lo horrible que a veces nos dan los cineastas y los poetas geniales.

Para quien quiera recordar conmigo un ejemplo en la poesía que bellamente detalla visiones horripilantes voy a citar aquí una fracción de la Rima de los Ayes del poeta argentino Leopoldo Lugones:

“Cuando te hablen del luto más amargo,/ de las desolaciones más amargas, /de la amargura de las negras hieles, /de la negra agresión de las nostalgias, /de las almas más tristes y más torvas, /de las frentes más torvas y más pálidas, /de los ojos más turbios y más secos, /de las noches más turbias y más largas, /de las fiebres más bravas y más rojas, /de las iras más sordas y más bravas:/ Acuérdate del tétrico enlutado, /de la lira siniestra y enlutada /envuelta en negros paños, como un féretro, /llena de sones y de voces vagas, /cual si gimiera un alma tenebrosa /en el hueco sonoro de su caja. ¡Qué noche! Palideces de cadáver/ tenían los fulgores de mi lámpara /y como una grande ave prisionera/ latía el corazón, allá en la estancia, /que estaba fría y negra, triste y negra:/ ¡negra con la presencia de mi alma! Acuérdate del ojo más opaco, /de la frente más lívida y más calva, /del presagio más triste de tus sueños, /de un miedo estrangulante como garra, /de la angustia de intensa pesadilla/ que se siente caer como una lápida, /de la noche del viernes doloroso…/ y piensa luego en mí: ¡yo era el fantasma! ¡Ah, cuando oigas hablar de esos tormentos cuyo amargor anega las gargantas, que aprietan los sollozos delirantes como filosos garfios de tenaza! ¡Ah, cuando oigas hablar de esos delirios que atormentan las vidas desoladas, como los vientos nubios que atormentan la desolada arena del Sahara! Y sigue y sigue: Cuando sueñes que un sapo te acaricia con su beso de almizcles y de babas…»

(Para el lector que quiera leer el poema completo):

https://wwwjavierprietoacevesblogspotcom.blogspot.com/2022/11/56-leopoldo-lugones-argentino-1874-1938.html.