Por Guadalupe Rivemar Valle
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Y es tal la fuerza, la inventiva, el arrojo de los tijuanenses, que nos hemos convertido en ejemplo nacional de cómo se revitaliza una ciudad lastimada. Con gran orgullo, José Galicot, líder de Tijuana Innovadora, el movimiento que avanza hacia otras ciudades del país, dio el banderazo al evento Juárez, Competitiva, prácticamente de la mano del presidente Felipe Calderón. Ahí también se movilizaron empresarios y otros grupos ciudadanos, para darse a la tarea, igual que sucedió en esta ciudad, de recuperar la dignidad de una tierra erosionada por la violencia. Tijuana Innovadora desarrolló un esquema singular con un gran equipo de talentos en el área de mercadotecnia y comunicación, bajo la genial dirección de Tomas Perrín, y una pieza fundamental que sostiene buena parte de la economía regional, el sector industrial cuyo engranaje se echó a andar gracias a otro tijuanense excepcional: Alejandro Bustamante. Que orgullo para todos, saber que Ciudad Juárez y otras ciudades del país, se inspiran en este gran movimiento para transformarse, para reinventarse ante sí mismas, ante el país y ante el mundo. Hasta el momento en Juárez arrancaron con un gran concierto masivo por la paz con Maná y entre otros personajes de talla internacional, Mijail Gorbachov en su conferencia magistral ya les motivó a resurgir con la casta y el heroísmo histórico que caracteriza a esta ciudad. Hoy por hoy, Juárez tiene su fiesta y la celebra en grande.
Pero el testimonio vivo de una Tijuana fuerte, no se da solamente por esta coyuntura eventual. La prensa nacional, para ser específicos el Excelsior del sábado 15 dedica dos páginas a Tijuana con diversos reportajes que documentan sobre todo la vida cultural. La cabeza decía: Después de la tempestad, viene Tijuana. Y de nuevo somos la ciudad que da esperanza de cambio en el país. En primera plana había un llamado también con mención en el titular a Tijuana pero desde otra fuente, aquella que habla a partir el dolor, en el contexto de los diálogos del poeta Sicilia con el presidente Calderón. Sicilia emplaza al Presidente con palabras precisas que lanza como dardos, y le exige cambios en su estrategia para alcanzar la paz en México. Lo acusa. Le exige. Lo acorrala. Le pide el alto a la guerra contra el narco, de la cual su hijo fue víctima. El hombre del poder, responde que la paz no se logra sólo con palabras.
Y las aguas se agitan y unos gritan su pena desagarrados y otros, sus glorias. Esa misma noche otro viento del Norte se instalaba en la explanada frente a Palacio de Bellas Artes: Murales bajo las Estrellas, proyecto de Gregorio Luke que inicia en Long Beach, California y se abre paso hacia el sur, a partir de sus espectaculares presentaciones en Tijuana. Ahí estaba Tere Vicencio, directora del INBA, quien impulso también el proyecto desde el Cecut. La proyección de los murales estuvo a cargo de otro productor instalado en esta ciudad, Carlos Portilla. Los vientos del Norte soplan fuertes, y se abren paso rescatando valores que van en picada: La dignidad, el amor a la patria, el orgullo de ser mexicano, el arte nacional. Luke dice que cuando salió de México, México entró en él y desde entonces, se ha dedicado obsesivamente a estudiar su música, su cocina, su danza, su cine, su pintura. Sus producciones, su estudio es producto de la soledad y la distancia, dice. Su manera de rescatar al país es recordarle a la gente lo valioso que somos. Por lo pronto, allá en la explanada del Palacio de Bellas Artes, frente al recinto más emblemático de la cultura mexicana, cerca de 8 mil personas, apreciaron de manera distinta, los murales de Orozco, Rivera y Siqueiros, que salieron a la calle para decir en voz de Luke, parte de nuestra historia, porque lo que México necesita, afirma, es a México.
*La autora es promotora cultural, directora de la Sala Raúl Anguiano