Vanagloria

Por Jorge Alberto Gutiérrez Topete

La vanagloria es la expresión de un orgullo exagerado que alguien manifiesta con respecto a sí mismo, ya sea una cualidad, un logro o la posesión de un bien.

En Tijuana autoridades y organismos de promoción empresarial han vanagloriado a los cuatro vientos cómo nuestra región y ciudad son altamente competitivas, ya que dicen son capaces de atraer y retener talento humano e inversiones.

Sin embargo, el Instituto Mexicano para la Competitividad -IMCO- dice exactamente lo contrario y lo pública en su último reporte denominado “Índice de Competitividad Urbana 2016”. Ahí, califica 120 indicadores y 10 subíndices para las 74 principales ciudades del país, colocando a Tijuana en el número 40 de 76 ciudades. Estamos en la parte media baja del ranking por debajo de Tepic y un lugar arriba de Matamoros. Entre los primeros 10 lugares se encuentran el Valle de México, San Luis Potosí, Campeche, Queretaro, Monterrey, Saltillo, Aguascalientes y Hermosillo entre otras ciudades mucho más competitivas que la nuestra que son las que coloquialmente podríamos decir nos están “robando el mandado” atrayendo más inversiones y talento a sus regiones, contribuyendo a que sus ciudadanos sean más prósperos que los nuestros. De hecho, el Producto Interno Bruto de este grupo de ciudades las coloca con $180 mil 000.00 per cápita, mientras el grupo donde está nuestra ciudad tiene un promedio anual de $89 mil 000.00 de PIB per cápita.

No quiero ser pesimista (prefiero pensar que soy un optimista informado) y no me gustaría tampoco se entendiera como una simple queja, pero la realidad es que nuestra región y ciudad no son del todo receptivas y facilitadoras de la actividad empresarial. Los trámites en todos los órdenes de gobiernos son engorrosos y redundantes, donde la misma autoridad que te autoriza, “desconoce” lo autorizado ante trámites subsecuentes. Hay que traer copias de las copias, poderes, pagar infinidad de recibos, brincar de ventanilla en ventanilla y siempre persiste la incertidumbre respecto al tiempo de respuesta y resolución favorable de los trámites, que en muchas ocasiones están basados en reglamentos ambiguos que colocan a los gestores a merced de la interpretación del funcionario en turno. A donde voltea un inversionista, encontrará piedras en el camino para lograr concretar su inversión. En resumen, los atraen a la ciudad con una canasta de dulces y cuando llegan, los recibimos a pedradas.

Afortunadamente, también Tijuana tiene muchas cualidades que permiten, a pesar de los retos y debilidades, que sigamos atrayendo inversiones y talento, aunque no con la frecuencia, cantidad y calidad que quisiéramos quienes aquí vivimos y trabajamos. Es sobre estas cualidades, donde deberíamos concentrarnos fortaleciéndolas aún más y así abatir de manera contundente todos los aspectos negativos que nos hacen ser menos competitivos. Es hora de que dejemos de lado las diferencias dogmáticas y políticas que generan rencores y confrontación entre nosotros mismos y busquemos acuerdos para en el corto plazo lograr las condiciones que nos permitan ser más atractivos y competitivos, y así estar entre las diez ciudades más competitivas del país. Es posible, está en nosotros hacerlo y el camino es claro si aspiramos a algún día, ser la mejor ciudad de México.