TIJUANA.- Son muchos los que emigran a Tijuana buscando una mejor oportunidad laboral o una forma de vida más provechosa, sin embargo, Teresa Vicencio Álvarez se volvió tijuanense por una razón de mayor peso: por amor.
Fue el amor lo que llevó a esta capitalina de Tlalpan a convertirse en tijuanense, a tener hijos en esta tierra y a materializar sus sueños en su ciudad adoptiva.
Son muchos los que buscan transformarse en creadores artísticos, pero pocos toman la decisión de convertirse en el puente que encauce la carrera de los jóvenes creadores. Teresa Vicencio tomó esa decisión y fue también en Tijuana donde encontró esa vocación.
A Teresa Vicencio no la detiene ni el tráfico del Periférico a las cinco de la tarde; si la vialidad se congestiona, simplemente sube a una moto y llega a su destino.
Imponente aun en el silencio de sus gradas vacías, el Teatro de Bellas Artes fue el escenario donde platicamos con Teresa Vicencio un martes a las tres de la tarde. Esto fue lo que nos dijo:
¿Qué significa Tijuana en su vida?
Tijuana fue una experiencia de vida fundamental. Yo estuve en Tijuana catorce años y es una parte no solamente importantísima de mi vida, sino un parteaguas. Desde el punto de vista personal hice muchísimos amigos, tengo amigos entrañables. Ahí nacieron mis dos hijos y esto le da un significado enorme, pues mis dos hijos son tijuanenses.
Como seres humanos somos del lugar donde enterramos a nuestros muertos, pero somos también del lugar donde nacen nuestros hijos; se vuelve parte de nosotros. Esto a nivel personal, tener tantos amigos y mis dos hijos nacidos en Tijuana hacen de Tijuana parte de mi propia vida.
¿Qué extraña de Tijuana?
Tijuana es muy completa como ciudad, pero no sólo como ciudad sino también como parte de una región que te permite una variedad enorme de esparcimiento y oferta cultural y actividades que creo yo pocas ciudades en el país lo permiten.
Extraño mucho a Tijuana, procuro ir lo más posible, extraño a mis amigos, extraño la vida cotidiana que yo hice.
Mis hijos viven ahora aquí, extrañan Tijuana y van cada que pueden. Ahora están aprendiendo cosas nuevas, ellos nacieron en Tijuana y nunca habían vivido en Ciudad de México
¿Por qué llega usted a Tijuana?
Yo llego a Tijuana por las mejores razones que uno debe moverse a una ciudad, que es por razones amorosas. Yo me casé con un tijuanense que tenía su vida hecha en Tijuana y mis hijos nacieron en Tijuana. Todo lo demás llego después y como consecuencia de esa primera decisión.
¿Qué le gusta hacer en Tijuana?
Yo viví en Playas de Tijuana que es uno de los mejores lugares de Tijuana para vivir y es el que más me gusta a mí porque está cerca del mar, me gustaba estar cerca del mar, hacer vida que tuviera que ver con el malecón y con la playa.
¿Qué fue para usted lo más difícil a la hora de volverse a adaptar a la Ciudad de México?
Sin duda el tráfico. A veces ando en moto para librarme del tráfico, no la manejo yo pero algunos de los muchachos de mensajería me han rescatado del tráfico cuando no voy a ajustar con los tiempos. Por ejemplo, cuando me llaman a alguna junta y el tráfico no me permite ajustar tiempo, llamo a ver cuál de los tres motociclistas andan en el área para que me alcancen, dejo el coche, me pongo mi casco y es la manera que me aseguro de poder llegar a tiempo.
Si usted va a Tijuana ¿a dónde le gusta ir? ¿Qué le gusta hacer?
Ciertamente si voy un fin de semana a Tijuana de lo que estoy segura es de que voy a comer muy bien porque todo el desarrollo gastronómico de la región es sorprendente, lo puedo decir con conocimiento de causa pues ahora con este nuevo encargo en INBA viajo a muchas ciudades y no puedo mencionar ninguna otra que haya tenido un crecimiento gastronómico en los últimos años como lo ha tenido Tijuana. Vamos, que a mí me gusta comer bien y cada que voy hay un nuevo chef o un nuevo platillo que descubrir. Esto es un tema que se está desarrollando en Tijuana y que le está dando un rostro de vanguardia que retoma comida regional y cosas más elaboradas.
¿Qué le gusta comer?
Me gusta comer la comida Baja Med, me gustan mucho los mariscos y pescados y los derivados de la tradición de la carne asada. Me gusta estar cerca de Valle de Guadalupe que está generando las mejores casas vinícolas.
Me gusta la región del vino, cada que puedo voy a las Fiestas de la Vendimia. El primer año que estuve en México estaba verdaderamente desconsolada al no poder asistir a la vendimia porque recién había tomado el encargo y no me era posible ir.
¿Algún vino favorito?
Me gustan los vinos de Casa de Piedra. Probé recientemente con uno que se llama Clandestino que tiene una historia particular que compartió Hugo D Acosta, al tratar de registrar un nombre y no se le permitió como él quería, entonces como una suerte de protesta decidió registrar el vino con ese nombre de Clandestino.
Las Fiestas de la Vendimia tienen un gran aliado que es Sergio Sarmiento y en una ocasión un lunes estaba embotellada en el Periférico escuchando a Sergio Sarmiento que siempre narraba lo que había hecho durante el fin de semana en las Fiestas de la Vendimia y yo llegaba en verdad a preguntarme al escucharlo, ¿habré tomado la decisión correcta? Yo aquí atrapada en el Periférico esperando y él platicando de los vinos que había probado, ese fue el único año que no he podido estar, todos los demás años he procurado estar aunque sea un día.
¿Cuál es el rol de promotor cultural? ¿Cómo diferenciar su trabajo del de un artista?
Tenemos el privilegio de poder fungir como una suerte de puente entre los artistas, los creadores, los que tienen este talento de los lenguajes artísticos y la institución quiero verla como una imagen, como un puente que hace que el talento de estos artistas tenga su imagen en la comunidad.
Debemos entender que el promotor cultural en primer lugar sí es una especialidad, pero no es la especialidad del artista. El talento del artista es otro. Yo soy una promotora cultural, me considero una promotora cultural, no una artista, he dedicado mi vida que los artistas hacen tenga impacto en la comunidad.