Tiempo de elegir, tiempo de exigir

Por Héctor Fernando Guerrero Rodríguez

Cada vez que estamos en periodo electoral, es importante analizar con objetividad las opciones que se nos presentan, y en cada oportunidad he comparado el proceso electoral con un proceso de contratación en una empresa regular, ya que desde dicha perspectiva nos permite tener una apreciación distinta de quién es la mejor opción, o mínimo la menos peor.

En esta ocasión estamos nuevamente ante la responsabilidad y el derecho de elegir a quien gobernará nuestro país por los próximo seis años y las decisiones que tomé o deje de tomar quien gane la elección, repercutirán por muchos años más, incluso por varias generaciones. De ahí la importancia de nuestro voto como ciudadanos.

Utilizando la analogía de un proceso electoral con un proceso de contratación en una organización, el contrato que se dio por tiempo determinado a nuestro actual presidente vencerá el próximo 1 de diciembre, por lo cual el periodo de campañas se pudiera comparar a la etapa de entrevistas a los candidatos, ya que es el momento en el que quien aspira al puesto vacante tratará de convencer y de dar su mejor cara, así como de ofrecer las mejores soluciones a su posible empleador, que en este caso seriamos los ciudadanos.

Decir que al final de la contienda ganará el mejor, es realmente una utopía. Incluso decir que ganará el menos peor, sería esperanzador. La realidad -al igual que en un proceso de contratación- es que la persona que obtendrá el puesto será el que logre convencer a más de que solucionará todos sus problemas en el menor tiempo posible, aunque esto sea poco factible.

Desafortunadamente la oferta de candidatos va en declive desde el punto de vista calidad de estos.

Hoy estos son los perfiles que se nos presentan: Un candidato que a pesar de haber logrado ser incluido en el proceso de selección a base de trampas, ofrece mutilarle las manos a quien sea deshonesto. Una candidata con muy pocos argumentos, y los que tiene no los puede comunicar con claridad y de manera convincente. Otro candidato con habilidades de comunicación, pero con un halo de sospecha de la forma en que se ha hecho de sus bienes. Otra opción es un candidato rechazado en ocasiones anteriores pero que es lo suficientemente insistente para que se le considere de nuevo con todo y sus propuestas arcaicas, que además intenta ser contratado por medio de la descalificación de sus contendientes, y que si no es seleccionado culpa a una “mafia del poder”. Y, por último, un candidato con aceptable experiencia, preparación, pero que representa más de lo mismo en términos de corrupción y falta de progreso.

¿A quién de estos candidatos contrataría usted para su propia empresa? Si la respuesta es a ninguno, es muy probable que terminaría solicitando ver más opciones, porque es preferible esperar un poco más pero contratar al adecuado. Desgraciadamente esta opción no esta disponible en nuestro sistema político y básicamente se nos dice “esto es lo que hay y de aquí elijan a uno”.

Otro aspecto que nos afecta es el abstencionismo, ya que se podría comparar al hecho que de 10 personas que entrevistaron a los candidatos, solo tres o cuatro decidieron. El resto, prefirió no decidir, o más grave aún, decidió no presentarse a la junta en la que se tomó la decisión, pero después se quejan de quien resultó seleccionado.

Entre la apatía ciudadana, la falta de seriedad de la misma y el ventajismo de la clase política, no se necesita ser un gran adivino para saber hay altas probabilidades de tener otros seis años de rezago, corrupción e inseguridad. Ojalá, por el bien de todos, incluso de la cuestionable clase política, sea todo lo contrario. Por esto mismo, este es el tiempo adecuado para exigir un México mejor.