¿Siempre tarde?

Por Maru Lozano Carbonell

¿Lidiando con la impuntualidad? Por imprevistos o por la razón que sea, se vuelve algo crónico que afecta, ¡vaya que sí!

No nada más se trata de factor tiempo, de llegar tarde, sino de “indisciplina” en cualquier actividad. Significa desorden, es una señal de que cualquier reunión o cualquier encuentro se verá impedido en su base por el molesto retraso.

Esta costumbre negativa es muy contagiosa, casi se puede decir que llegar a tiempo a los aviones, a la escuela, a misa y a otros contadísimos eventos es lo único que se debe hacer, porque si llegamos temprano a una fiesta, al parecer, ¡quedamos mal!    Entregar un trabajo a tiempo a lo mejor implica que nos cargarán la mano, entonces flojeamos para no sentir que abusan.  También la impuntualidad supone pensar que somos eficientes y que podemos hacer todo a la carrera gozando con adrenalina el reto hacia nosotros mismos, quizá porque nunca nos dijeron que somos “buenos en lo que hacemos”.

Nos volvemos ladrones del tiempo de los demás, en lugar de extraer todo el jugo del otro que nos espera, estamos obteniendo toda la zozobra de su paciencia, de su tolerancia y de su buena voluntad. El resultado es desgastante y desalentador.

También esta indisciplina indica que hace falta tener un poquito de comprensión, si nos ponemos en el lugar de quien nos espera, quizá apresuremos nuestro paso.

Ciertamente, esta indisciplina nos dice que “perdemos”. Perdemos tiempo, credibilidad, seriedad, confianza… mejor hacer el esfuerzo por estar en tiempo y forma dejando de una vez el deseo de manipular silenciosamente haciendo que nos esperen.

Cuando se es impuntual habrá que lidiar con el peso de la vergüenza, la culpa y el arrepentimiento en cualquier grado, así como vivir las consecuencias nada fáciles que provocaron el estar tarde.

Pero, ¿por qué se es impuntual? En psicología es desorganización, queremos hacernos desear y además evitar ser responsables. Este es un signo de inmadurez y se vive bajo un terrible estrés y estados de ansiedad; de hecho, la culpa que genera el haber sido impuntuales, provoca que se tenga “insomnio” sin identificar por qué.

Para sentirnos más relajados, es buenísimo practicar la paciencia aterrizando nuestros planes por escrito, contar con una agenda ¡que de veras usemos! para dar la importancia adecuada. Empieza hoy mismo, no mañana ¡sé puntual en tus proyectos! Sabemos que la flojera es riquísima, pero esos minutos de pereza mental y física son las que nos están provocando sentir disgusto, con la cabeza en lo que debimos haber hecho o dicho, aunque nuestro cuerpo esté en otro lugar robándonos paz interior y por ende, haciendo que cometamos errores.

Es excelente poner nuestro despertador lejos, de modo que tengamos que incorporarnos para apagarlo, es bueno cambiar de muñeca nuestro reloj, es útil utilizar notitas, al escribir ¡estamos haciendo conciencia del tiempo! Todo hábito requiere práctica y poco a poco se empieza a exigir a tiempo porque los logros y satisfacciones son superiores al tipo de vida que se solía posponer.

Ser puntual te regala sueño profundo, relajación, seguridad, dominio del territorio, aceptación, control y tiempo para enfrentar y sacar adelante los imprevistos. Y lo mejor, hace que tu imagen proyecte confianza en los demás y eso es muy halagador a nuestra voluntad.