Por Juan José Alonso LLera
“Las grandes historias de amor empiezan con champagne”.
“Éramos muchos y parió la abuela”. Nunca mejor dicho para poder platicarles de este asunto. En días pasados me desperté con la noticia de que una nueva ley rusa se reserva la palabra “champán”, en ruso “shampanskoe”, sólo para los productos hechos en el país, mientras que los productores franceses de la región de Champaña deberán contentarse con colocar en la parte posterior de sus etiquetas la mención “vino espumoso”.
Sovetskoye Shampanskoye (Сове́тское шампа́нское, Champagne soviético) es una marca genérica de vino espumoso producido en la Unión Soviética y los estados sucesores. Se produjo durante muchos años como una iniciativa estatal. Normalmente, el vino se elabora con una mezcla de uvas Aligoté y Chardonnay.
Después de la disolución de la Unión Soviética, las empresas privadas en Bielorrusia, Rusia, Kirguistán, Moldavia y Ucrania compraron los derechos para utilizar «Champagne soviético» como marca y comenzaron a fabricar una vez más.
El zar ruso Pavel I reunió por primera vez viñas de Crimea y maestros fabricantes de champán franceses, pero fue un aristócrata ruso, el príncipe Golitsyn, quien estableció el primer vino espumoso ruso económicamente exitoso en Abrau-Dyurso. Golitsyn tuvo tanto éxito que, en 1900 en la Exposición Universal de París, el champán Novy Svet derrotó a todos los participantes franceses para reclamar el codiciado internacionalmente Grand Prix de Champagne.
El champán o champaña (en francés, champagne) es un tipo de vino espumoso elaborado conforme al método champenoise en la región de Champaña, en el noreste de Francia. Está protegido dentro de la Unión Europea como una denominación de origen. El champán es un vino blanco o rosado espumoso elaborado con una mezcla (coupage o ensamblaje) entre las uvas chardonnay, pinot meunier, pinot noir, pinot gris, arbanne y petit meslier.
Aunque la denominación de champán es exclusiva de la región de Champaña, popularmente se utiliza el término champán para denominar a los vinos espumosos elaborados en muchas regiones del mundo, entre ellos el cava en España.
En 1670 el monje Dom Pérignon, de la abadía benedictina de Hautvillers, introdujo una serie de cambios, tales como la selección de la uva, el corcho cónico sujeto con una grapa metálica y las botellas de vidrio más grueso que evitaban estallidos y que los tapones saltaran. A pesar de los muchos esfuerzos del monje el origen de las burbujas continuó siendo un misterio hasta que Louis Pasteur estudiase la fermentación en el siglo XIX.
El diario Le Parisien considera que se trata de una humillación para las históricas casas de champagne de Reims o Épernay, pero lo inscribe en el intento del Kremlin de responder a las críticas de Europa occidental por su apoyo al régimen de Bielorrusia tras el desvío de un avión Ryanair que volaba sobre ese país para detener a un disidente exiliado.
Más allá las reacciones indignadas contra Moscú, se trata de un asunto de escasa entidad económica, ya que Rusia es un mercado muy pequeño para el ilustre espumoso francés: sólo alcanza a ser el decimoquinto destino de sus exportaciones, con 35 millones de euros en 2020.
En comparación, los tres principales destinos de exportación de la champaña por valor son 502 millones de Estados Unidos, 305 del Reino Unido y los 271 de Japón, los tres principales destinos. En volumen, las exportaciones a Rusia fueron el 1.33 % del total.
Más allá de lo que digan las etiquetas, en Francia creen que los conocedores sabrán lo que beben. “Las élites que beben champán” en Rusia “jamás se confundirán entre los dos productos”.
“Es imposible imitar a Voltaire sin ser Voltaire”.