Por Ana Celia Pérez Jiménez
Se tiene únicamente un par de ojos y comprobable hasta hoy solo una vida, al menos en este plano y eso también en duda. ¿Cuántas cosas hemos observado?, ¿cuánto nos hemos permitido observar? ¿Es un lujo conocerlo todo o el intento? ¿O es una forma de guiarte en la vida?
Se me abren tantas preguntas conforme me voy abriendo a mí misma, saltando las barreras propias de lo debido y del miedo, es escuchar ese lado curioso e instintivo por saber más, por capturar más en mi memoria, llenar mi base de datos, conectar ideas, ejemplos, vidas.
No siempre soy valiente y atrevida por los temores que me inculcaron desde la infancia, imagino que eran para asegurar mi vivencia. Hoy descubro muchas cosas y nuevos mundos, como lo hacemos todos al abrir los ojos cada mañana, pero todo será del ángulo que se examine, que se observe, que se esté presente y se procese.
Siempre será un factor el clima interno como yo lo llamo, hay días nublados que no nos damos cuenta ni de uno mismo y otros obviamente que hasta los disfrutamos, siempre existiendo entre contrariedades, incluso vivimos cuando nos damos cuenta de lo limitante por lo pronto que es la muerte.
Pero volviendo a esos recuerdos y archivos de lo que vamos experimentando, una vez algo visto ya no podemos ignorarlo y si hay salud olvidarlo, y todo aquello que traemos dentro afectará, cambiará la forma del día a día, el concepto y relación que haremos, nos irá cambiando el paladear de cada bocado.
Agregamos adjetivos a todo esto, esto que es la vida, que es el día, que es el momento. Las palabras sí toman importancia, no que alguna vez la perdieran, pero podemos utilizar más esdrújulas y juntar maravillosamente enunciados para la descripción de uno mismo relacionado con el objeto.
Somos turistas de sentimientos, arqueólogos de dolencias y costumbres, historiadores de tiempos pasados, patólogos de formas, poetas de media luz cuando la oscuridad provoca la sombra de las palabras. Son grandiosos los momentos en que descubrimos, y son humanos los momentos que se nos escurren como el agua y la arena, al fin qué únicamente lo estamos intentando. Practiquemos las primeras veces entre los nuestros luego entre los otros.