Se hace Camillo al andar

Por José A. Ciccone

                                                                    “L’amor che muove il sole e l’altre stelle” Parafraseando al gran Antonio Machado, Pedro Ochoa utilizó -con una licencia creativa-, parte de la famosa estrofa del poeta español, para describir en su certero comentario, la larga trayectoria del homenajeado, a la hora de presentar su libro autobiográfico.

Delante de dos centenares de amigos ahí reunidos para decirle presente al vitivinicultor, al hombre que atravesando mares llegó a esta generosa Baja California, hace cincuenta y siete años, para dejarnos todo su esfuerzo y sudor genuino de hombre de trabajo, derramando sobre este suelo su amor infinito por esta tierra, su sabiduría enriquecida y fertilizada con los años.

Lo sé por experiencia familiar, que la inteligencia de la -italianidad- al emigrar, supera mucho al mero juego de interpretación ideológica o intelectual y alcanza el rango de aquellas comprensiones que se imponen si se quiere perdurar con fecundidad en el tiempo.

Los italianos en América -la cubrieron de punta a punta-, son parte de una rica, digna y sacrificada historia que nunca será pasado muerto u olvidado irremisiblemente, sino de un pasado que vive de las formas y desafíos palpitantes del presente. Herencia viviente que es uno de los caminos idóneos para comprender lo actual, en profundidad y con visos paradójicos en sus amplias posibilidades de creación futura, que no es más que un truco del tiempo, porque es hoy y ahora, el mañana sólo queda para despertar a un nuevo día.

Magoni deja impresa con su extensa y exitosa contribución a la industria, un manifiesto con formas propias e intransferibles en los rasgos esenciales del modo de ser y sentir locales, deja un legado de otro continente, de otros pueblos lejanos en la distancia, pero cercanos en los afectos y sensibilidad que caracterizan a los latinos en cualquier parte del mundo donde son recibidos.

Nos hereda un ensamble ejemplar de amor con lo mexicano, representado en su sólida familia, donde predominan las mujeres en tres generaciones y una cosecha de amigos que nunca acaba, como la uva. Justo aquí en México, un país experto en generosidad, reserva de ternuras, solidaridad a flor de piel, refugio cálido de un mundo cada vez más adverso.

Consolidó lo que es en la actualidad, una industria próspera y creciente, con sus productos de calidad indiscutida y reconocida en otras importantes latitudes mundiales donde el vino manda, nos comparte un camino bien trazado para las nuevas generaciones de empresarios que tienen ganas de entrarle al universo de la vid, al centro del corazón del vino -donde los poetas dicen que nace la primavera-, al trabajo unido por voluntades, al contacto con la tierra, siempre rica y pródiga.

Cuando el homenajeado subió al escenario con su familia para agradecer la presencia de todos, imaginé que en ese momento habrá pensado: “Dios mío, acabo de descubrir que la felicidad completa existe y aquí está, frente a mis ojos”.

Gracias por invitarme a estar un rato con los que más amas, gracias por tu amistad.

Forza Camillo, a mi te me antojas eterno. Que así sea.