Rubén Fuentes (Segunda parte)

Por Pedro Ochoa Palacio

Pero el genio de Fuentes no se detiene, más tarde compondría ¿Sabes una cosa? (en coautoría con Manuel Lozano Gallo), para su esposa, Isabel Cova, sin olvidar la melodía mundialmente conocida, La Bikina y es el musicalizador del bello y complejo Soneto Tiempo de Renato Leduc (Sabia virtud de conocer el tiempo…), grabada por Marco Antonio Muñiz y José José a quienes citó en el estudio sin haberles dado antecedentes. En los noventa produjo y dirigió el célebre disco de Linda Ronstadt, Canciones de mi Padre.

Fuentes visualiza el futuro del Mariachi, en el género del Mariachi Sinfónico, utilizando al Mariachi como parte de la orquesta sinfónica, como ocurre en Violín Huapango de José Martínez, y tantas otras (escúchese Mariachi Vargas Sinfónico). Para seguir evidenciando, dice Fuentes, que la música de mariachi, tiene un alto nivel artístico y una alta complejidad técnica como otros géneros, habiendo logrado transitar con éxito del huapango, al bolero ranchero y a la canción romántica y ahora a la música sinfónica. No olvidemos que una de las grandes obras sinfónicas del siglo XX mexicano tiene su origen en la música de mariachi, Sones de Mariachi de Blas Galindo. Pero el Mariachi Vargas no deja de sorprender, en 2010 el director de la Ópera de Houston, el dramaturgo norteamericano Leonard Foglia, estrenó Cruzar la Cara de la Luna, con el tema de la migración mexicana hacia Estados Unidos. La ópera contiene los elementos técnicos del género y el cuerpo orquestal es un grupo de mariachi, por supuesto, el Mariachi Vargas. La música es del maestro José “Pepe” Martínez, fallecido en 2016 y compositor de canciones populares como El Viajero. Cruzar la Cara de la Luna, se estrenó exitosamente en septiembre del 2011 en el parisino teatro del Châtelet.

Si he omitido algo, debería agregar que Fuentes es el musicalizador de la película El Gallo de Oro (1964), basado en el único guion cinematográfico de Juan Rulfo, adaptado por Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez y dirigida por Roberto Gavaldón. En esta cinta se estrena Amanecí en tus brazos composición de José Alfredo, interpretada impecablemente por Lucha Villa y musicalizada e incluida en la cinta por sugerencia e insistencia de Don Rubén.

Pero sobre todo, Rubén Fuentes es el responsable de la grabación del son tradicional La Negra o El Son de la Negra, para muchos la canción mexicana emblemática del gusto musical mexicano, cuyos acordes iniciales, inconfundibles, son una explosión musical, una especie de fanfarria popular acompasada y dirigida por el brillante sonido metálico de las trompetas acompañada por las cuerdas llenas de gozo, sin descender su euforia, a una suave melodía típica:  Negrita de mis pesares, ojos de papel volando, Negrita de mis pesares ojos de papel volando, a todos diles que si pero no les digas cuando, así me dijiste a mí por eso vivo penando, mientras continua propiamente como un son bailable alegre, rítmico y henchido de júbilo, Cuándo me traes a mi Negra que la quiero ver aquí, con su rebozo de seda que le traje de Tepic, Cuándo me traes a mi Negra que la quiero ver aquí, con su rebozo de seda que le traje de Tepic, el último segmento sólo musical acelera un poco el ritmo, concluyendo nuevamente con las trompetas en un tono casi triunfal. Hay un sutil contrapunto entre el “pesar” o el “penar” de la letra con la alegría detonante de la música, que, como se aprecia claramente, se impone de principio a fin. Todos los mariachis del mundo sin excepción –y no exagero, los hay en Estados Unidos, Europa, América del Sur y Asia-, incluyen en su repertorio forzosamente El Son de la Negra.

Y si México es conocido musicalmente en el mundo por el Mariachi, los responsables son Gaspar y Silvestre Vargas, y de manera categórica, Rubén Fuentes, que dotó al mariachi de un sello inconfundible y de una calidad inigualable que le ha permitido la internacionalización. Algo debió haber hecho Rubén Fuentes en sus más de 400 canciones para conectar con el gusto musical mexicano, hay una especie de interrelación entre la creación de Fuentes y lo que se conoce como alma de México, porque sus melodías se enraizaron hasta lo más hondo de la cultura popular, quizás la fuente más noble de nuestra identidad.

Por ello cuando la Unesco declaró a la música de maricahi Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, en noviembre de 2011, al primero que llamé para felicitarlo fue a Rubén Fuentes.