Por Delia Castellanos Armendáriz, integrante de la Sociedad de Urbanismo Zona Metropolitana de Tijuana, A.C. (SUZMTAC)
El término resiliencia ha permeado en distintos ámbitos desde que se introdujo en el campo de la biología asociado a la capacidad de los organismos y ecosistemas de recobrarse de un evento disruptivo; su referencia a la ciudad, pone énfasis, en la capacidad de los seres humanos para adaptarse y recobrarse positivamente de eventos que atentan contra el funcionamiento normal de sus actividades, pero existen distintos ámbitos donde el termino es aplicable, y distintas circunstancias favorecen o disminuyen el desarrollo de la resiliencia en las ciudades; aspectos como la identidad ciudadana y el diseño urbano, son componentes que impactan la funcionalidad de sus elementos, pues un diseño adecuado de calles y banquetas por ejemplo, mediante infraestructura verde, puede generar una mejor respuesta ante eventos de tormenta pudiendo evitar problemas de anegamiento en ciertas partes de la ciudad, y al mismo tiempo, mejorar la captación de agua para reuso, que en el caso de una región con poca agua como la nuestra, constituye un aspecto básico de resiliencia.
En el ámbito urbano, la resiliencia se vincula con aspectos ligados al uso adecuado del territorio, reconociendo patrones que no contribuyen a incrementar dicha capacidad de resiliencia, como los cambios de uso de suelo, la fragmentación del paisaje, la deforestación, la modificación de la topografía que cambia la estructura de cuencas naturales y los procesos de erosión -depositación-, los asentamientos irregulares en zonas de escasa aptitud y riesgo, los conflictos de movilidad, y la capacidad limitada de respuesta, son algunos de los temas que abonan al deterioro del sistema urbano, y en determinado momento al colapso de los sistemas naturales, todo ello redundará en una menor capacidad de autogestión y mayor costo por infraestructuras de control y mitigación.
Quizá dentro de los aspectos menos evidentes, se tienen otros temas como la identidad cultural que también pueden influir en un espacio resiliente, siendo que a mayor integración e identidad, mayor será la capacidad de generar una respuesta integrada y una mayor gobernanza. Los aspectos ligados con la capacidad de la población para resolver problemas que afectan a la ciudad en su conjunto son fundamentales en este proceso, de manera que una ciudad resiliente, es también una ciudad donde su población se involucra y participa más activamente en la solución de sus problemas.
La capacidad de las instituciones para incrementar la resiliencia urbana, deberá enfocarse a desarrollar más espacios de interacción y discusión de temas urbanos, debido a la amenaza creciente de cambio climático y sus efectos en la disponibilidad de recursos vitales como el agua, el suelo y el aire, cuyos impactos se dejaran sentir con énfasis mayor en temas como la migración. Por ello, el nuevo gobierno y su perspectiva de cambio, tendrá que ver los tres ejes de la sustentabilidad: economía, sociedad, y sistema ambiental, pues no solo en el ámbito de la economía habrán de darse las soluciones a este gran reto, los ciudadanos tenemos que hoy más que nunca que transitar hacia una sociedad resiliente en todas sus formas.