Por Maru Lozano Carbonell
Hay que enseñar a los hijos, estudiantes y empleados a ejecutar sus funciones. Nadie debería saber todo por completo y siempre estaremos en formación o deformación continua, depende ante qué y ante quién estemos.
Enfurece escuchar a un docente decir a sus alumnos: “A estas alturas ya deberías saber tal cosa”, o a un jefe suponer que el empleado puede sacar adelante el trabajo, dominando una máquina que falla o lidiando con un sistema obsoleto.
Ante cualquier desafío, todos tenemos fortalezas y debilidades. No todo lo marca nuestro ADN, sólo un tercio de lo que somos; la buena noticia es que el resto se puede fortalecer. Aquí el detalle es que estaremos en un sesenta por ciento en manos de nuestros papás, maestros o jefes. Y el otro cuarenta por ciento lo decide uno mismo, así que fomentemos el acercamiento a gente proactiva, inteligente, buena e informada.
No importa si se viene de una casa con poco compromiso emocional, el cerebro se puede reconfigurar. ¡Ojo escuelas! porque tenemos a los alumnos seis horas al día ¡por dieciocho años! A los maestros nos toca buena parte de la chamba para favorecer la neuro-plasticidad. ¡Podemos mejorarla!
En nuestro sistema nervioso, dura más una situación negativa que una positiva y, como nos dijo el psicólogo Daniel Kahneman: “Estamos dispuestos a hacer más cosas para evitar un dolor, que más cosas para que nos vaya bien en algo”, así venimos biológicamente armados.
“Shit happens but shift, too”. Es decir, lo malo va a venir, pero el cambio bueno, también. Así que, para fortalecer el cerebro: Cero amenazas y vínculo positivo y no pretendas cambios rápidos.
Para ayudar a reconfigurar: Ayúdale a aceptar su forma de pensar, luego que suelte tal idea, no juzgar para que se remueva el estrés, ayúdale a abrirse a lo bueno y a recibir lo nuevo.
Al dar una orden o mostrar algo, hazlo como la red neuronal, espejea usando mapas mentales en lugar de escritos lineales, pero permite que haya un espacio para que él o ella exprese su torbellino de ideas; escucha y luego ayuda a resumir pidiéndole su “NIP”, es decir, que te diga lo negativo, lo interesante y lo positivo. Esto ayuda a colar y ayudas a su cerebro a re-diseñarse.
Nadie aprende porque se lo dijeron una vez, hay que tener la paciencia de volver y repetir.
Que se formulen objetivos que se revisan y ajustan juntos, luego reconoces sus logros. Que sean a corto plazo para evitar el abandono. Mete en tu cofre personal tus logros y ábrelo de cuando en cuando para darte un bálsamo de gloria. Maestros, háganlo literalmente con sus alumnos, paren y reflexionen si se puede mejorar algo y si se dio lo mejor de sí. Fomenta la perseverancia “a pesar de”, infunde confianza y seguridad.
Permite que el cerebro salga tantito de recreo, no se puede estar en modo inteligente todo el tiempo, detente, baila, canta, dibuja, juega, practica un pasatiempo.
Si quieres que sea memorable lo que tus alumnos o empleados deben aprender, contrasta y compara lo que enseñas. También hazlo sensorial, es decir: ¿Cómo se vería…? ¿Cómo se escucharía…? ¿Cómo se sentiría…? Así el cerebro integra y ejecuta bien.
Las palabras son semillas. Un buen pensamiento repetido se vuelve un trozo más de materia gris.