Por José A. Ciccone
Cada año que inicia se renuevan esperanzas, deseos postergados y alguna que otra utopía que externamos a manera de fe, amor puesto en el foco de la familia y la tan ansiada salud, esa que a medida que avanzan los años, nos recuerda que ya no es la misma y hay que mimarla con cuidados que hasta hace algunos años nos parecían absurdos y que hoy se ajustan a la realidad de transitar la edad madura, en la que todos los días descubrimos algún dolor nuevo, por un lado y por el otro, agradeciendo a la vida por tenerlos, porque la otra opción no nos gusta todavía.
Todo parece desgastarse en nuestro cuerpo exceptuando el alma, claro, que en algún lado está y conservamos intacta para que un día vuele, lo más limpia y grácil posible, hacia donde debe, o quizás hacia el lugar que nos merecemos.
Hoy estamos aquí y con ganas de seguir, oteando el panorama del país, de la región y del mundo, donde diariamente nos deja noticias de todo calibre para poder analizar y sacar conclusiones. El año arrancó con una Latinoamérica muy movida para nosotros en el tema de inmigración y otros tópicos importantes, con la visita de los primeros mandatarios de EEUU y Canadá, donde ambas comitivas prometieron trabajar hombro a hombro con México para tratar de paliar este terrible flagelo que causa el traslado de personas desde países Centroamericanos, Haití, Cuba y Venezuela, más los que se agreguen, castigados por el desempleo, la pobreza, la violencia y otros males endémicos que no encuentran solución, -más allá de la desgastada y tautológica verborragia de algunos gobernantes que siguen prometiendo soluciones, a sabiendas que no podrán cumplirlas, por tratarse de una situación compleja que no se arreglará más allá de voluntades genuinas o falsas posturas políticas, posibles ganadoras de votos-, estos problemas los venimos oyendo, por lo menos, desde hace treinta años a la fecha y siguen sumando.
En Brasil, Lula Da Silva asumió su segundo mandato, no sin sustos, porque un grupo nutrido de simpatizantes del presidente anterior, Jair Bolsonaro, irrumpieron violentamente en el Palacio de Gobierno, al mejor estilo de la escuela ‘trumpista’, rompieron cuanto se les atravesaba para tratar de asestar un golpe de estado y no dejar gobernar a Lula. El intento fracasó, pero la alerta continúa, en un país dividido y agrietado por las diferencias políticas causadas, paradójicamente, por los mismos mandatarios anteriores y los que gobiernan hoy.
En materia económica, no parece que habrá tantos sobresaltos como los sufridos en 2022, especialmente por el fantasma de la inflación que se hizo presente, tanto en EEUU como en nuestros países, algunos arañando los tres dígitos como es el caso de Argentina.
Sin embargo la preocupación –casi angustia-, viene fuerte por el lado del lastimado medio ambiente. Vemos caer deshechas toneladas de hielo en los Polos sin poder hacer nada, por otro lado, incontrolables lluvias que inundan y dañan a su paso caminos, puentes, propiedades y cosechas, curiosamente, dejando regiones que devastaron los incendios, o sea, golpeados por la maltratada naturaleza por ambos lados. Las sequías también dicen presente con récords que asustan, pronósticos de siembras y cosechas diezmadas por las mismas causas, mucho menos alimentos es igual a una hambruna mundial anunciada.
Nadie, a estas alturas de acontecimientos palpables, puede hablar de puntos de vista exagerados, porque los ocho mil millones que habitamos hoy el Planeta Tierra, necesitamos más y mejores productos para la supervivencia, habrá quien los pueda comprar, de acuerdo, pero si por un momento pusiéramos nuestra mente en ‘modo globalizado’, les aseguro que la preocupación aumentaría en proporción a estos desequilibrios medioambientales.
Si nos damos una vuelta por el tópico político de nuestra Latinoamérica, descubrimos que todo parece seguir el mismo patrón desde Argentina hasta México, porque la mayoría de comunicadores hablan del futuro como si no existiera el presente, hacen cálculos de quiénes van a quedar en el poder en un año o dos y pocos parecen preocuparse por los días actuales, por los gobernantes que hoy mismo están ahí, por todo lo que hacen o no, a favor de la comunidad, dentro de un Estado, una ciudad o un país.
Es inconcebible que, gran parte del día, se hable de los que vendrán a ejercer el poder y qué posibilidades tienen de cumplir cometidos pendientes, en lugar de pedir o exigir que cumplan lo que prometieron, aquellos que aún pueden hacerlo. Los cálculos y la futurología política dejémosla para cuando se acerque, en días, no en meses o años, la fecha del cambio de personajes políticos que queremos proponer nosotros, no ellos.
Para ese fin, debemos prepararnos más como sociedad, saber por ejemplo, cuáles son las funciones específicas que debe cumplir y para qué sirve un diputado, un regidor o un Presidente Municipal, qué le debemos pedir y qué nos debe demostrar. Hasta dónde su poder en el ejercicio como funcionario es una tarea que debe informar de manera permanente y cuáles son los avances de las gestiones realizadas, pero cuidado, para exigir hay que informarse, revisar y debatir sobre temas que son responsabilidad de todos, el estar bien enterados nos da mayor posibilidad de ir midiendo la efectividad de un gobernante, en pocas palabras, en materia pública revisar más lo que se hace, aquello que es palpable y no lo que nos dicen que se va a hacer, porque generalmente el verbo hablado es enemigo del viento, porque éste se lo lleva rápidamente.