La política es una rama de las ciencias sociales que explica nuestro interés por los asuntos públicos y que por naturaleza nos define como seres sociales organizados más o menos en estructuras de gobierno supuestamente aceptadas por la gran mayoría de los miembros. Recuerdo en mis años de estudiante en los portales de Cholula, las pláticas de café, de jóvenes y adultos eran sobre el movimiento armado en Chiapas, las posiciones públicas del rector de la Universidad, la falta de escrúpulos del Gober precioso que teníamos en Puebla, y algunos otros asuntos públicos de mayor o menor trascendencia, pero que incidían en el ánimo y que el participar nos ayuda a evaluar y someter a un escrutinio personal a los personajes públicos encargados de velar por nuestra seguridad y orden. Pero algo nos está pasando en Baja California que nuestro sistema no está funcionando, nuestra democracia está acotada y restringida a márgenes de ilegitimidad por la escasa o nula participación de la ciudadanía en asuntos públicos, en los mejores años electorales Baja California sólo ha alcanzado niveles de votación del 40 al 45% del padrón electoral activo con posibilidades de sufragar a favor de alguna opción. Es cierto que somos un pueblo alfabetizado, instruido, comparativamente con otros estados del país tenemos un nivel sociocultural mayor, con ingresos superiores un 30% al del resto del país, pero esto no se ve reflejado en el interés que la política regional debería despertar en nosotros, pues muchos hemos renunciado mentalmente a la forma y estructura de corrupción y desencanto de los políticos mexicanos, y hemos preferido adoptar esquemas transfronterizos adaptándonos a la dinámica económica de California que nos exige levantarnos muy temprano, cruzar la frontera a trabajar algunas veces con papeles, otras sin, y que esa dinámica nos genera cansancio físico y emocional que hace que miles de residentes de urbes fronterizas como Tijuana o Mexicali se interesen poco en los asuntos de su comunidad, y aunque se interesaran se sienten con pocas posibilidades de realmente influir en el estado de cosas. Es necesario cambiar esta mentalidad, tal vez sea un sueno guajiro de un servidor ver a una Baja California con niveles de votación como los de Yucatán superiores al 70 o 75% del electorado, pero bien valdría la pena empezar por capacitar a los líderes de los distintos partidos políticos, a los personajes de la política involucrados, el árbitro de la contienda que es el Instituto Electoral, las cámaras y organismos empresariales, y en general a toda la sociedad de que para que la democracia realmente funciona se necesita de la participación de la mayoría, hoy todos nuestros flamantes diputados, alcaldes, regidores y hasta el Gobernador son electos con solo el 10 o máximo 15% del padrón, en elecciones que rayan en lo ilegítimo, yo no entiendo como es que el Instituto Electoral Estatal anuncia que este 2013 nuestra democracia nos costara a todos nosotros 43 millones de pesos, yo me pregunto ¿realmente será necesario gastar tanto y entregar todo ese dinero a los partidos para que organicen elecciones donde nadie participa? Dejo ahí la pregunta llamando a los lectores a la reflexión en torno al tipo de democracia que queremos y que nuestra comunidad se merece.
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