Por Adriana Zapién y Valente Garcia de Quevedo
“Hasta al mejor cocinero se le va un tomate entero”
Hoy les contaré algo vergonzoso, pues a pesar de que llevo años viajando, el domingo pasado cometí un error de principiante que por poco me cuesta perder mi conexión a Roma. Todo fue por exceso de confianza y por las prisas. Aunque cuando le conté a Valente me dijo que el aeropuerto de Ámsterdam es complicado creo que solo lo hizo por animarme.
El tiempo que teníamos de escala era muy corto y sabiendo que Schiphol es un aeropuerto muy grande traté de que la ventaja que teníamos al bajar rápido del avión corriera a nuestro favor al pasar en control fronterizo. La meta era tener un poco más de tiempo para ubicar la sala de abordaje; pero toda esa ventaja quedó anulada cuando por un exceso de confianza y no leer bien los señalamientos, seguí la señal del control fronterizo en lugar de seguir la de vuelos en tránsito.
No había manera de justificar mi error, aun cuando he salido varias veces del aeropuerto de Schiphol a desayunar, tomar un café o simplemente dar una vuelta por Ámsterdam regresando para abordar el vuelo de escala. Esta vez no había justificación para ir a ese control, ya que mi entrada a la Unión Europa efectivamente debía registrase, pero no en ese control sino en el control del área de vuelos en tránsito porque el tiempo de escala era de una hora.
Pues les cuento que llegamos a punto de no retorno e hicimos fila en el control fronterizo y cuando toca nuestro turno, entregamos nuestros pasaportes y el guardia nos pregunta ¿Cuánto tiempo se quedaran? Y con un exceso de confianza le contesté: “No nos quedaremos ya que estamos en tránsito a Roma”. Después preguntó qué cuando volaríamos allá. Y yo todavía más confiada le contesté que en una hora.
El hombre puso una cara de asombro y solo me dijo: “Debiste de haber ido por el lado opuesto del pasillo donde está el control para ingreso al país de los vuelos que están en tránsito, lo único que puedo hacer por ustedes es llamar a alguien de seguridad para que los acompañe al lugar correcto”, así que salió de su caseta y nos acompañó a un lugar a donde otras cinco personas estaban en nuestra misma situación. Ellos tenían cuarenta y cinco minutos para abordar su vuelo de conexión y por un error también estaban dependiendo de la buena voluntad y disposición del personal de seguridad del aeropuerto.
Tardaron muchísimo tiempo en venir por nosotros pues no éramos una prioridad. De hecho trataba de imaginar la conversación que había tenido entre los del control aduanal y el personal de seguridad pensando tal vez su dialogo en tono de burla hacia la situación de que éramos otros turistas que no leen ja,ja,ja. Y claro que así era, no habíamos leído las indicaciones del aeropuerto. Obviamente mi hermano me estuvo reclamando todo el resto del día el error que cometí pues con mucha seguridad le pedí que me siguiera y por hacerlo ahí estaba conmigo esperando a que nos rescataran para regresaran a la zona restringida y poder seguir con la ruta a la sala de abordaje.
Él tenía razón en reclamarme ya que ese error es de novatos y me dio la lección sobre como el exceso de confianza y la prisa nos hace cometer errores. La moraleja es que aunque tengas prisa tomate unos minutos para repasar el plan y evitarás un mal rato.