Por Maru Lozano
¿Difícil hablar del tema? Cuando escuchamos la palabra dinero ¿qué viene a la mente? Quizá para la mujer: “tranquilidad”, para el hombre: “poder”. Pero ¿qué relación existe entre la mente y el dinero?
Si se trata de que éste se encuentra en medio de la pareja, se vuelve base importante y molesta en ocasiones hablar de ello.
¡Qué tiempos aquellos en los que se veneraba a la Madre Tierra por ser la proveedora del alimento! Antes el engaño en el comercio de comida y cosas era un atentado a lo Divino, porque se consideraba un acto sagrado; así que aparecen los metales y se bautizan como “moneda” por la diosa romana Moneta, ya que en su templo se acuñaban éstas.
Cuando se usaban las monedas de oro y plata, simbolizaban al sol y a la luna, pero luego recurrimos al papel, empezando a desvincularse de lo Divino. Luego viene el plástico y ahora lo virtual. Oro es dólar y plata el peso. ¿Entonces? Ahora te pagan con millas para que viajes, con puntos en tarjetas y demás. A mí me fascinaba jugar en las maquinitas donde metías monedas y sacabas monedas, ahora te dan un ticket que se borra fácilmente.
En realidad no es el dinero el que nos marca emocionalmente, sino la manera como reaccionamos ante su falta o abundancia.
El dinero siempre está en la búsqueda del ideal, así que normalmente sufriremos por ese carro, esa casa, esa escuela, ese viaje, etc. Pero el valor real, está en lo que disfruto y agradezco ahora, sabiendo que puedo relacionarme con más gente y más lugares en donde la energía material del “dinero” se manifieste porque yo hago algo, porque me muevo, porque trabajo.
Vulnerables todos, enfermizos todos, mortales todos. Que el “dinero” no sea el único camino para tu autoconocimiento. Lo que da miedo es no tener salud suficiente para generar en un trabajo productivo. Por eso es importante estar siempre relacionados con amigos para que nuestro valor afectivo nos impulse y nos ayude a movernos en favor de nosotros. ¡Emprendamos!
Recordemos que querer algo, no es lo mismo que necesitar algo y siempre nuestras verdaderas necesidades estarán satisfechas si entramos en el círculo de dar y recibir, no guardar.
Reglas básicas pueden ser: comprar sólo lo necesario, evitar reemplazar hasta no terminarnos las cosas, organizarse, definir una cantidad fija para pagar deudas y comprometernos a no contraer más, ahorrar el 5% de lo ganado.
No perder de foco a la familia. Hay que establecer un presupuesto y cumplirlo. Poner en la mesa los números que ingresan y aún con miedo, poner los números que egresan siempre, además de los extras. Determinar cuánto daría cada quien de manera formal. Muestra a tus hijos lo que hay, así ellos mismos te sorprenderán con su prudencia.
Si vemos los conflictos económicos como una oportunidad de planificar otra vez con alto sentido de comprensión y de acción por parte de quienes nunca se habían movido para producir, valdríamos más.