Novedades relativas

Por El Recomendador

Podemos elegir con quién contratar para poder ver series o películas. Las compañías que nos conectan por cable o por satélite nos llenan de estaciones que nos esclavizan y nos saturan de anuncios necios que no nos dejan seguir a gusto los relatos de esas series o películas.

Tenemos una segunda opción: contratar a ciertos portales sin anuncios. Nos cuestan ciento y pico pesos mensuales y nos permiten bajar a nuestras pantallas, por medio del módem, películas y series.

La mayoría de estos portales nos quedan a deber relatos de calidad literaria y humana. Están contrapuestos al buen gusto de las personas inteligentes y cultas. Yo creo que la crítica nunca debe avalar la mala calidad.

La gran mayoría de las empresas del entretenimiento nos quedan a deber: la calidad de sus productos va de mala a pésima, porque la base para seleccionar es la mercadotecnia que ve como más rendidores los relatos de extrema violencia, de voyerismo y de pornografía, y además del sensacionalismo con héroes del narcotráfico o con la vida de artistas de la farándula, entre más frívola y tonta, mejor. Las mayorías casi ni se dan cuenta. La gente cultivada sí. La persecución del dinero es así: pasa por alto la calidad literaria del guion o relato, para centrarse en lo que más vende que suele ser lo que alimenta las bajas pasiones. Nada que ver con lo que recrea el espíritu con la elevación de la belleza creativa, con las historias repletas de humanismo que nos inclinan al bien y a la generosidad.

Se presentan algunas novedades que hemos dicho que son relativas. Paquetes de TV y para las computadoras: HBO y otras opciones como la desgastada Claro Video. Acaba de aparecer Prime Video, Amazon y otras como el Google Play de paga y hay también opciones para ver, gratuitamente, películas muy viejas.

La oferta no es, sin embargo, satisfactoria. Los portales que distribuyen numerosos productos de escasa calidad. Hemos criticado aquí cómo estiran las series artificialmente hasta convertirlas en bodrios. Nuestra crítica fue dura: “Todos saben que el consumista compra sin fijarse. Y que, si un producto que iba siendo bueno, luego empieza a disminuir su calidad, el buen consumidor deja de seguirlo. En Pantalla intenta que el espectador, inteligente rechace un mal producto. Contrarrestar un poco la imbecilidad profunda y creciente que invade nuestras pantallas. Los restiradores de un relato, inicialmente aceptable, lo deterioran hasta privarlo de todo ingenio y, no se diga de calidad artística.”

Ejemplo mayor: la serie Chicas del Cable cuyos últimos episodios nos presentan todos los absurdos de una mala telenovela: situaciones imposibles, contradictorias, escritas para tontos. Vemos ahí, en pleno asalto terrorista, a un par de lesbianas que, a punto de morir en una explosión, deciden hacer una ceremonia por la que se dan una a otra mutuamente “en matrimonio” imitando a los heterosexuales moribundos ante un sacerdote. Esto en los años veinte. Presentan un caso en que se usa la fuerza para que abdique un rey, abdicación que sería perfectamente nula. En las malas telenovelas abundan las enfermedades, las jorobas, inexistentes en la medicina y también soluciones jurídicas que no existen o que prohíbe expresamente la ley. Hoy la moda son los superpoderes.