Por Maru Lozano Carbonell
Estamos por terminar el ciclo escolar y es con los adolescentes justamente con quienes deberíamos tener mayor cuidado.
Se ven grandes pero en realidad aún no se ha terminado de formar su cerebro, de hecho, es hasta los veinticinco o treinta años. Si bien es cierto que el cerebro llega a su mayor tamaño cuando son adolescentes, todavía está afinándose su funcionamiento, así que necesitan de nosotros.
¿Sabes cuál es la última de las partes del cerebro en madurar? Es la corteza prefrontal y ¿sabes de qué se encarga? ¡De las habilidades! tales como planificar, organizar prioridades y fíjate, de tomar buenas decisiones.
¿Dejarías solo al grandulón? Cuando hablan son tan convincentes, suenan tan maduros pero en realidad no lo están.
No se tiene que notar que tú tomas las decisiones, todo se tiene que negociar con ellos o habrá picos de conflicto. La buena noticia es que el ochenta por ciento de la vida de los chavos es negociable, así que tú solo tienes que aplicar las estrategias de negociación para pasar el día exitosamente.
Funciona negociar porque se recoge el sentir de cada quién y eso es importantísimo, recuerda que ellos están en su “afirmación del yo” y éste comienza con tener la oportunidad de expresarse.
¿Dónde negociar con el adolescente? ¿Has reflexionado sobre ello? ¿Cuándo negociar? ¿Lo haces cuando ya estás muy ocupado o a punto de reventar? Aquí el maduro eres tú, entonces el “cuándo” lo determina tu hijo, es decir, si está con el video-juego, no es momento, si está haciendo alguna tarea, tampoco, si está con grupito de amigos y te caen en bola a presionar, no es el momento, así que la primera estrategia es negociar a solas.
La hora de comida o cena no es apropiada para negociar, puede hacerse después. De ser posible, las autoridades del hogar tuvieron que ponerse de acuerdo antes de hablar con el chico. Permite que el joven exponga su petición, permiso, etc. Déjalo hablar, déjalo proponer sin interrumpirle. ¡Que te cuente su plan!
Enseguida expresen los puntos en los que coinciden y luego los puntos en los que no. Lo difícil viene aquí porque los adolescentes tienen el chip de “todo o nada” y ceder o ajustar les cuesta. “Si ceden ambas partes, ambos ganan” y es parte de la educación que tienes que darles.
Una vez que se llega a un acuerdo, hablen de las consecuencias, ¿qué pasará si no se cumple?
Es importante tener en mente que no todo se debe negociar y abrir mesa de autorizaciones, considero que solo para casos esenciales y por favor, ¡se paciente! No es un adulto como tú, es un joven en desarrollo.
Ahora, recuerda que con los hijos de estas edades, es repetir y volver a recordar y saber que no todos los acuerdos los cumplen al cien por ciento, si bien nos va, llegarán a un cincuenta por ciento. ¡Así son! Se trata de insistir, volver a negociar y así hasta ir dominando la técnica.
Pero ¿qué pasa si mi adolescente es de mecha corta y explota? Te sugiero que cuando quiera algo dile: “Sí… bien… pero ¿cómo propones hacerlo?”. Si lo primero que escuchan de ti es un “no” rotundo, no quiero contarte lo tardado y duro que será restaurar la relación. ¡Éxito!