Nadando con tiburones

Por Manuel Rodríguez Monárrez

Recuerdo las náuseas que sentí la primera vez que me dispuse a bucear en la Isla Espíritu Santo en Baja California Sur, mi esposa se notaba un tanto despreocupada, pero a mí me parecía que ella no tenía la información de que en ocasiones varios turistas habían reportado el avistamiento de tiburones blancos en la zona.

Preferí no asustarla, y continúe con la aventura marina hasta que un lobo marino perturbo el acomodo de mis lentes y decidí regresar al barco. No es fácil nadar en medio de distintas especies marinas, y menos mantener la respiración calmada en la presencia de tiburones, sean grandotes o chiquitos.

Algunos piensan que en el mar la vida es más sabrosa, pero en el océano de la política no siempre es así. Llega el momento de que o te enseñas a nadar con tiburones o es posible que del arrecife no salgas. Comer o ser comido esa es la cuestión.

En el mar la cadena alimenticia no perdona, en la política de vez en cuando los charalillos se convierten en orcas y con astucia y trabajo en equipo logran darle la vuelta a los momios, otros como los pulpos prefieren mimetizar su ecosistema para sobrevivir o utilizar estrategias de escape basadas en las cortinas de humo. Cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia. Pero para sanear el sistema es importante que de vez en cuando algún pez gordo muerda el anzuelo.

No se necesita ser oceanólogo para saber que en el mar hay una gran variedad de peces, tampoco se necesita ser politólogo para entender que en el espectro político hay también distintas variedades de cardúmenes que nadan conforme a su instinto o sus corrientes de pensamiento, algunos prefieren seguir el flujo de las corrientes marinas para tratar de llegar más rápido a la bahía prometida y algunos otros optan por adentrarse en deltas cuesta arriba en contra de todo tipo de barreras físicas y depredadores salvajes.

La verdad es que como servidor público electo me he sentido como pez en el agua, aunque debo confesar que es el primer cargo de elección popular que ocupo y nunca había visto tan de cerca a tanto depredador del erario público, dentro y fuera del ecosistema, pero entender la naturaleza y vocación del servicio me han ayudado a no depender de un solo hábitat, es decir, algunos políticos perecen porque se aferran a seguir nadando en aguas contaminadas por la corrupción, el nepotismo, el tráfico de influencias y el desvío de recursos.

Otros no han entendido que el pez por su boca muere, y siguen manifestando públicamente expresiones reprobables que denigran la investidura para la cual fueron electos, por eso a más de uno le convendría saber que mentir y comer pescado requieren mucho cuidado, porque cualquiera que escucha las series de entrevistas que el Alcalde ha dado a distintos comunicadores, podrá constatar la falta de coherencia, hilo conductor, lógica gramatical, distorsión verbal, laguna mental y alucinación estadística en la que está envuelto, remolino de declaraciones que no le permiten capitanear el barco a buen puerto, pues a diestra y siniestra, sin mayor recato expone a la tripulación a condiciones vergonzosas que serían fáciles de evitar si hubiese un código de ética que aplicara para todos los marineros.

Mientras que las condiciones de Cabildo empeoran, abusando de su poder, pretende que burdamente el pez grande se coma al chico, sin tomar en cuenta que aún falta el año de almejas, que será el año de quejas. Porque, al paso que vamos, ¿alguien puede imaginarse cómo será el 2019? Para está fallida administración municipal que parece que lleva siglos merodeando el barco hundido, lo mejor que le puede pasar es que vengan nuevas mareas de esperanza que traigan buena pesca de votos para que peces comprometidos con el arrecife puedan sanear el ecosistema compartido con todos, incluso para que los tiburones puedan nadar sin lastimar a nadie.