Por Héctor Fernando Guerrero Rodríguez
En décadas anteriores el que un colaborador pudiera reportar alguna situación de hostigamiento laboral, acoso sexual, fraude, discriminación o alguna otra similar sin temor a una represalia era casi imposible. No existían mecanismos confiables en los que se pudiera hacer un reporte desde el anonimato si así lo deseaba hacer la persona afectada o un testigo. Esta limitante permitía que situaciones como las mencionadas anteriormente sucedieran sin consecuencia alguna para quienes las provocaban.
Como respuesta a esta necesidad empezaron a surgir las llamadas Línea de Ética o también Línea de Integridad. Estas son un mecanismo para que el colaborador o incluso gente externa como proveedores o candidatos puedan reportar situaciones indebidas o ilegales llevadas a cabo por parte de algún empleado de cualquier nivel jerárquico. El reporte se puede hacer como afectado directo o como testigo y si así se desea, se puede hacer de manera anónima.
Para lograr el anonimato, varias compañías han recurrido a un proveedor externo de este servicio, quien básicamente y a grandes rasgos a través de una aplicación lo que hace es recibir el reporte por algún medio, ya sea escrito, mensaje de voz o llamada telefónica. El que reporta recibe un numero de folio con el que le puede dar seguimiento a su queja. Posteriormente, el proveedor de este servicio hace llegar dicho reporte a la empresa correspondiente y ésta, a través de su departamento de Recursos Humanos o legal, inicia una investigación para comprobar si el reporte se sustenta o no para de ahí tomar las medidas que la empresa adecuadas.
Lo anterior pudiera sonar a la panacea para un ambiente sano y ético, sin embargo, con el paso del tiempo esta herramienta ha demostrado ser un arma de dos filos de la que cada vez más casos reportados son resueltos de manera inapropiada o injusta. Muchas de estas investigaciones se concluyen en base a información insuficiente o insidiosa, con un abordaje de que a la persona a la que se reporta es culpable hasta que se demuestre que es inocente o simplemente para evitar mayor análisis se prefiere “cortar por lo sano” independientemente si se no se pudo comprobar ninguna acusación.
Las líneas de ética o integridad son definitivamente una herramienta muy útil, si la información que se genera de éstas se ve con un análisis objetivo, ya que basta que algún colaborador o excolaborador desquiciado, resentido o inestable mentalmente haga un reporte anónimo con propósitos vengativos o simplemente por amor al caos. Conducir una investigación es un asunto serio para el cual deben estar recursos entrenados y sin algún conflicto de intereses para “ayudar” o “perjudicar” al sujeto de investigación. De lo contrario, lejos de ser un medio para mejorar el ambiente de trabajo, se convertirá en un arma de dos filos.