Por Maru Lozano Carbonell
Hubo un acelere y desacelere en nuestras vidas que nos marcan hoy. En esta Navidad, ¡tenemos que renacer! Y una buena manera es buscando el sentido de nuestras vidas que, ¡ojo! no tiene que ser algo épico, porque a veces lo espectacular quita atención a esos pequeños detalles que ¡también nos dan sentido!
Pandemia, redes sociales y tecnología ¡gran licuadora! Ahora mucha gente tiene estrés y ansiedad. En el fondo tienen ese miedo a no ser tan importantes como se creía porque la impotencia nos ha tocado a todos. Y es que es precisamente el uso de la tecnología que nos lleva a la comparación que casi siempre va en contra. Nos hemos dado cuenta que hay infinidad de gente increíblemente hábil y capaz. Tenemos que renacer.
También nos llega la incertidumbre que angustia. Nunca ha sido claro el “¿qué pasará después?”, pero la pandemia nos abofeteó y alimentó depresión acentuando la inseguridad. Tenemos que renacer. Es que en realidad no tenemos poder sobre lo que pasa, no tenemos control… somos pequeños, nunca insignificantes.
Si le agregamos que de repente nos sentimos desolados, más aún, tenemos que renacer buscando el propósito de nuestra vida, pero… ¿de dónde sacarlo?
Según Myriam Muñoz Polit, Directora del Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt en México, hay tres fuentes que nos surten de sentido de la vida que tanto queremos tener: Gratificaciones, pasiones e ideales.
Gratificaciones que surgen del día a día, son facilísimas porque son actividades que nos exigen desarrollar cierta habilidad personal. Aquí recuperamos poder por la capacidad de hacer algo retador. ¡Ojo! no imposible, incluso es bonito porque la sensación de que el tiempo se pasa volando es increíble. Por ejemplo, tu hobby o hacer algo que te encanta como: diseñar, cocinar, salir a correr, etc. Actividades a las que les daríamos valor y son pequeñas cosas que nos dan sentido cotidiano de la vida. Las gratificaciones son a corto plazo y al menos una vez al día.
La segunda fuente son las pasiones. La pasión es lo extraordinario, lo excepcional, es algo que ocurre poco en la vida, nos entusiasma muchísimo y, aunque no se pueda hacer día a día como las gratificaciones, en cuanto logramos ese evento especial, alimentamos el sentido de la vida también. Por ejemplo, viajar, un concierto, una buena reunión, comidas especiales, las fiestas decembrinas… Estas pasiones nos duran en efecto ¡más tiempo! Esa vitalidad que sentimos nos da sentido a la vida, ¡ve por ellas! Son a mediano plazo.
La tercera fuente que nos comparte Myriam Muñoz es tener ideales, que no es otra cosa que los grandes planes que tenemos desde la juventud, son a largo plazo y se van afinando y concretando con la experiencia porque suelen ser utópicos.
Tenemos los ideales egocéntricos como por ejemplo, ser gran escritor con reconocimiento. Es decir, un ideal de ser aprobado para sentirse valioso. No hay valor monetario, porque lo importante es ser recordado por algo que se aporta. ¡Da sentido!
También está el ideal social, ese que alcanza al otro y al bien común y es agente de cambio desde la trinchera que sea. ¡Qué sentido!, hay un cambio humano a través de estas tres fuentes que dan sentido a nuestras vidas ¡qué Navidad! ¡Muchas felicidades!