Por El Recomendador
He aquí una magnífica película inglesa. Nos muestra el ideal patriótico de dos maravillosas nadadoras que se ven obligadas por la guerra a abandonar su patria e irse como migrantes indocumentadas en aventuras que pusieron en grave peligro su vida y su integridad. La pregunta principal que nos formula implícitamente esta película es la de qué hacer con la patria que dejamos lejos.
Este drama está basado en hechos reales: La guerra de Siria, la natación y los juegos olímpicos, la inmigración y el ideal deportivo y olímpico.
Relata el viaje milagroso realizado por las hermanas nadadoras que huyeron como refugiadas de la Siria devastada por la guerra para vivir una nueva vida en Europa y la oportunidad de competir en los Juegos Olímpicos de Río de 2016.
Se trata de una historia realmente conmovedora que presenta de manera enteramente realista los dramáticos sufrimientos de los que se ven obligados a migrar de su propia patria y enfrentan la indiferencia, cuando no la hostilidad de la gente que reside en los países por los que pasan como “indocumentados”. Pero también nos permite enterarnos de las personas que sí tienen un sentido humanitario y suelen prestar ayudas a estos personad cuando se hallan más desesperados.
Esta es una cinta ganadora del premio BAFTA y que según la revista Vogue la directora y, en parte, guionista, Sally El Hosaini, va más allá de lo emotivo, apela a la sensibilidad para generar conciencia de lo que pasa en la vida real con sus héroes y heroínas sin capa, a una realidad que merece ser visibilizada, porque entre otras cosas retrata un patriotismo y válido.
Las hermanas nadadoras son protagonizadas por Manal Issah y Natalie Issah. Durante más de tres horas nadaron sin parar hasta alcanzar la costa.
Comenta un crítico que, aunque en el Mediterráneo las muchachas nadadoras le vieron los colmillos a la muerte, una vez en tierra firme la travesía continuaría a pie, expuestas a infinidad de peligros hasta llegar a Alemania, como lo harían en ese año más de un millón de personas en lo que se llamó la gran crisis migratoria europea.
También se relata como en la vida real, Yusra no tardó en ser considerada como una gran inspiración, sobre todo para niñas y jóvenes. Nombrada por la revista Time como una de las adolescentes más influyentes en 2016, además se convirtió a los 19 años en la embajadora de Buena Voluntad más joven del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), un cargo que sigue desempeñando activamente, compaginado con sus estudios universitarios en EE.UU.