Por Manuel Rodríguez Monárrez
El pueblo inconforme de Tijuana se manifestó durante la pasada ceremonia conmemorativa de la Independencia de México, gritándole consignas al Presidente Municipal cada vez que intervenía. Pero esta vergonzosa situación no ha sido de a gratis, digamos que es el producto de una profunda crisis política generada por el desgobierno de una administración pública fallida. La principal causa de la irrupción de la población durante la ceremonia del grito, es el sufrimiento causado a buena parte de la ciudadanía, el empobrecimiento de las clases medias, la desaparición de expectativas de futuro y el aumento de la desigualdad en nuestra frontera.
Un amigo argentino que visité en Los Ángeles este fin de semana, pero que en múltiples ocasiones ha venido a Tijuana, me dijo de forma clara y directa que consideraba que Tijuana era una ciudad tercermundista repugnante. Mi primera reacción fue de enojo hacia él, por lo que instintivamente trate de vestirme de argumentos patrióticos por intentar defender mi ciudad, su nombre y su honor, sin embargo conforme avanzaba la plática fui redireccionando mi frustración hacia la fila de gobernantes locales que producto de su ineficiencia y corrupción han optado históricamente por anteponer sus intereses personales al bien colectivo para darnos a los tijuanenses la ciudad que no nos merecemos.
La palabra que me da vueltas en la cabeza en los últimos días se llama: infraestructura. ¿Dónde quedó la infraestructura que nos prometieron? Y es que el próximo Presidente Municipal deberá prepararse en torno a ésta palabra si espera no sólo triunfar electoralmente, sino hacer de su gestión un buen gobierno. El próximo gobernante de la comuna tendrá que venir apalancado de un respaldo real de la federación para saber aprovechar al máximo el dinamismo económico que la baja de impuestos federales traerá a la frontera. El próximo Presidente Municipal tendrá que venir a encabezar un esfuerzo realmente democrático por barrer y limpiar a las instituciones públicas y a sus más de 11 mil servidores municipales de la corrupción en sus actividades cotidianas.
El siguiente Alcalde tendrá la difícil y fatigante tarea de apaciguar la ciudad, y de entrarle con estrategia, respaldo y sobre todo con conciencia a rescatar el resquebrajado tejido social. Es una tarea titánica que requiere de los mejores hombres y mujeres que tiene Tijuana, sólo falta que los dejemos llegar. Como sociedad tenemos que hacer un esfuerzo por no dejarnos representar por pseudoservidores públicos que sólo ven por sus intereses, muchos de ellos escudados en lo que han logrado como empresarios exitosos, esconden sus verdaderos intereses de apalancarse financieramente en sus empresas desde su ejercicio con el dinero público. Es el caso de muchos Alcaldes que antecedieron a la presente administración, o como el actual Alcalde que se sienten herederos y guardianes de una cofradía de impunidad para defender los intereses del consorcio inmobiliario que representan.
El próximo Primer Edil de Tijuana tendrá que ser una persona que redignifique el cargo, redignifique la ciudad entera y le devuelva la esperanza a su gente. Con proyectos en mano y con un buen número de arquitectos paisajistas la perspectiva urbana de la ciudad tiene que mejorar considerablemente en la próxima administración. Una ciudad que se renueva no sólo en lo electoral, sino en su desarrollo interno, en sus calles limpias, vigiladas y bien alumbradas, con banquetas mínimamente incluyentes que tengan espacio para los árboles.
En mi trabajo como regidor, muchos me critican porque he radicalizado mis posiciones, a otros les molesta mi lenguaje directo, pero a la mayoría que me escribe es para darme ánimos para que no claudique en la lucha, y a todos los que me respaldan les digo desde este espacio que continuaré con la denuncia de situaciones y comportamientos que la sociedad mayoritariamente rechaza de políticos sin escrúpulos que piensan que somos sus súbditos y no ciudadanos de esta gran ciudad que es: Tijuana.
Si queremos que nos dejen de considerar una ciudad repugnante tenemos que empezar por elegir buenos gobernantes que trabajen por su tierra, en transformarla a diario en una ciudad moderna, progresista, con una alta calidad de vida. El rezago es histórico, pero si no empezamos siempre usaremos eso como excusa para no reconstruir ésta ciudad desde sus cimientos, cueste lo que cueste, nos tenemos que levantar de ésta crisis en todos los sentidos por la que estamos atravesando.