La última y nos vamos

Por Jorge Alberto Gutiérrez Topete

Tijuana es mi ciudad adoptiva y me ha dado demasiado como a muchos que hemos llegado aquí. Estoy agradecido con ella y aquí he sentado raíces y formado un hogar.

Esta es una ciudad generosa con todos y es un ejemplo global de resiliencia, que ha sido demostrada una y otra vez a través de las adversidades que ha encontrado y superado durante su corta vida. Ahora vivimos un momento crucial en la vida de esta ciudad, donde la delincuencia y los problemas urbanos nos vuelven a poner a prueba y nos obligan a redoblar esfuerzos, a organizarnos y a exigir más de nuestros líderes y gobernantes. Los retos no son menores y los pendientes y rezagos parecen habernos rebasado ante la aparente incapacidad y falta de voluntad de quienes tendrían que liderar a nuestra sociedad para salir adelante. Resulta difícil ser optimista cuando en lugar de mejorar constantemente la calidad de vida de los residentes de la ciudad, empeoramos cada vez más. Cuando la respuesta de las autoridades y liderazgos a los problemas de nuestra ciudad, es llegar con propuestas obsoletas, cargadas de intereses particulares y poca creatividad, resulta difícil ser optimistas ante la adversidad.

Al observar a otras ciudades medias mexicanas y latinoamericanas, encontramos novedosos esquemas y soluciones que les han permitido atender de manera efectiva sus problemas, estableciendo programas y proyectos que les permitirán abatir sus rezagos y mejorar su calidad de vida y prosperidad.

Tijuana ha sido durante décadas una ciudad importadora de talento, y ahora resulta cada vez más difícil no solo retener al talento que tenemos, sino atraer nuevo talento a la ciudad. Estamos compitiendo contra ciudades más atractivas, más dinámicas, más innovadora y el talento humano está prefiriendo mudarse y vivir en otras ciudades. Estamos poniendo con ello en grave riesgo el futuro de nuestra ciudad.

Me gustaría parecer más optimista, pero creo que siempre es más sano detenerse en el camino, evaluar lo que hemos hecho, lo que estamos haciendo y lo que queremos y tenemos que hacer. Esta evaluación sincera nos debería permitir encontrar las áreas de oportunidad y con ello cambiar el camino para encontrar un mejor rumbo como ciudad.

Quizá soy demasiado ambicioso o simplemente un inconforme más; sin embargo, creo que como su servidor habemos muchos que pensamos que Tijuana ya es la mejor ciudad de México, pero puede ser aún mejor. Lo que hace grande a Tijuana es su gente y sabemos que podemos ser mejores como ciudad. No somos mejores porque no tenemos los liderazgos que estén a la altura de los retos. Necesitamos líderes que se atrevan a dejar de lado sus intereses particulares y de grupo, y que con su ejemplo lleven a Tijuana al nivel que sabemos somos capaces de tener. 

Para despedirme quiero exhortar a todos y cada uno de los que ahora me leen, que busquen ser mejores ciudadanos, mejores padres, mejores hijos; que sean más creativos, más respetuosos de las leyes y derechos de otros, más responsables con nuestros deberes, más solidarios con los que menos tienen, más trabajadores, pero, sobre todo, más exigentes con nuestras autoridades y líderes. Ya somos la mejor ciudad de México porque aquí hay tijuanenses. Gracias por leerme, me despido de ustedes por hoy.