Por Héctor Fernando Guerrero Rodríguez
Hace aproximadamente 4 meses, una de las principales preocupaciones para las empresas era cómo manejar el regreso a labores de las vacaciones de la temporada decembrina, ya que al ser Tijuana una ciudad poblada principalmente por inmigrantes, muchos de ellos aprovechan para visitar a sus familiares viajando a su lugar de origen.
Esto conllevaba en medio de la pandemia que aún se vive a un alto riesgo de contagio por la alta interacción que se da en lugares como centrales camioneras o aeropuertos. Aun cuando varias empresas de la región establecieron como política que si alguien viaja de manera tal que requiera hacerlo por medio de autobús o avión debe aislarse por lo menos por 7 días hasta estar segura la persona que no ha presentado síntomas de Covid-19 o, en su defecto practicarse la una prueba de detección del virus y confirmar un resultado negativo de la misma.
Sin embargo, ante el alto número de trabajadores que suelen viajar tanto a estados relativamente cercanos como Sonora o Sinaloa, como a otros tan remotos como Chiapas o Veracruz, la política de prevención se antojaba impráctica al no ser posible aislar a más de la mitad de la platilla laboral o absorber el gasto de las pruebas PCR de cada uno de los que viajaron. Al ser el aislamiento preventivo sin goce de salario en varias compañías y al correr el gasto de la prueba de detección del virus por parte del trabajador, la probabilidad de que éste último ocultara su viaje era demasiado alta.
Algunas empresas optaron por aplicar un cuestionario al ingreso del primer día de labores en el que se preguntaba si se había viajado por autobús o avión y en caso positivo, a la persona se le tomaba la temperatura varias veces al día durante la primera semana.
Así también reforzaron sus medidas preventivas tales como la toma de temperatura no sólo al ingreso a las instalaciones, sino hacerlo en diversas ocasiones durante la jornada y a un número mayor de personas. Este tipo de sistema permitió disminuir el número de aislamientos preventivos limitándolos únicamente a los verdaderamente necesarios y de alguna manera hacer más factible el poder hacerlo sin afectar el ingreso del empleado, pero sin impactar el presupuesto de la empresa de manera onerosa a la vez.
En esta ocasión se presenta nuevamente la oportunidad de que la gente se relaje en sus medidas de precaución con el ímpetu del fin de semana largo con motivo de Semana Santa, que aunque no es descanso oficial, la mayoría de las empresas lo otorgan, aunado a las vacaciones escolares y un sinnúmero de niños y niñas queriendo salir de su encierro, se puede prestar a un riesgo alto de contagio e incremento de casos en las semanas siguientes afectando principalmente la salud de varios colaboradores y por ende la productividad de los centros de trabajo.
Si bien es cierto que hay diferencia con la temporada decembrina, en la que se cuenta con más días de descanso, lo cual permite viajar a lugares más remotos, también es cierto que este fin de semana se presta al turismo regional con una gran afluencia a balnearios, playas y centros de descanso dentro del mismo estado.
Es un hecho que, no obstante que muchos de los que decidan aprovechar este próximo fin de semana para salir de la ciudad vía terrestre y muchos de ellos con sus propios autos, el riesgo se concentrará en los centros vacacionales de a la redonda, lo cual hará altamente recomendable que las empresas tomen sus precauciones al regreso de este largo puente para evitar a toda costa una tercera ola de contagios que según algunos expertos parece inminente ya.