La hora del retiro

Por Maru Lozano Carbonell

Se retira uno de lo profesional, del sistema, pero ¡no de la vida! De repente suele pesarle tanto al jubilado como a la familia.

El trabajo da seguridad y un sentimiento positivo porque somos útiles, porque generamos dinero, porque hay un motivo para levantarse todos los días. Y cuando ya no tenemos labor remunerada y obligatoria, entonces tenemos tiempo para meditar lo mucho que abandonamos aspectos familiares, personales, sociales, espirituales y viene la inestabilidad.

Al dejar de contar con un trabajo, parece que se interrumpe el proceso de desarrollo, pero en realidad ¡comienza! y la verdad es que implica un cambio de hábitos.

Es importante que ayudes al jubilado a pensar que no se ha roto su personalidad, que no ha perdido valor, al contrario, que es momento de gozar los frutos del esfuerzo que hizo por tanto tiempo y que muchos lo necesitan para aprender de su experiencia.

Al principio ellos están de flojos porque viven su “luna de miel” personal y observan cuidadosamente todo lo que falta en la casa; entonces empiezan a decir lo que piensan: “Falta esto, falta aquello, deberías de… etc.”. A lo mejor también practican el ocio o duermen horas enteras. Todo esto es para evadir la depresión. Esta etapa aparece después mostrando un sentimiento de enojo porque no se sabe manejar la libertad con que se cuenta aunada a la presión y rechazo que sienten de casa.

¿Qué pasa entonces? Surgen problemitas económicos y de salud como un grito de auxilio: “Háganme caso por favor, acéptenme, ayúdenme, entreténganme”.

Así que de ahí aparece la necesidad de reorientarse. Se inicia la percepción de la realidad y con todo y confusión, comienzan rutinas más abiertas y se asumen roles nuevos.

Para tener una estabilidad armónica, yo sugiero que no le hagas sentir su nueva faceta como un castigo, sino como una oportunidad para vivir increíblemente. Invítalo a formar parte, deja que ayude…

Tener al familiar en casa puede ser un excelente asistente; no le regañes, son como niños, hay que resaltar todo lo positivo que hagan, déjale intervenir y confía en él.

Para llenar la parte útil a la sociedad, vayan a fundaciones y compartan su amor y experiencia. Hay gran cantidad de lugares en Tijuana a los que se puede acudir de manera voluntaria para darse y así recibir ese cariño y gratitud que inyecta vida.

Recordemos que todos pasaremos por esa etapa biológica, psicológica y social que nos indicará que debemos entrar en la relajación y aceptación incondicional de nosotros mismos y vivir de acuerdo a la realidad que nos da fuerzas para hacer otras cosas, siempre y cuando descubramos que vivir de otro modo, también es vivir y que tiene significado.

Es momento de compartir, de platicar, de leer, de disfrutar a los familiares, a los amigos, de aprender nuevos pasatiempos e internamente, nutrirse día a día. Por otro lado, si no eres tú el jubilado, recuerda que, si te unes a él, te unes a la vida en común y rescatas el hogar; en cambio, si lo dejas y lo atiendes nada más, quien ignoraría cómo adaptarse serías tú.