Por Maru Lozano Carbonell
¿Alguna vez te has detenido a analizar qué significa la palabra “culpa”? Posiblemente pensemos que es un sentimiento de remordimiento que da cuando cometemos un error.
Ya en la vida humana y cotidiana, tendríamos que ser conscientes de lo que pensamos, decimos, hacemos y dejamos de hacer porque es muy fácil echar la culpa al gobierno, al clima, al tráfico, a los papás, al vecino, incluso a Dios… ¿verdad? Y es que cargar con un sentimiento así pesa tanto, que mejor lo repartimos.
¿Tiene alguna ventaja echarle la culpa a alguien o algo más? Claro que sí, la ventaja es sentir un gran alivio. Es buenísimo no sentirnos responsables del resultado de nuestro comportamiento, pero esto en realidad va a generar impotencia. Es decir, si das tu poder de responder ante algo, quedas débil.
Un ejemplo: Si hay tráfico como el habitual en nuestra querida Tijuana, llegué tarde a mi cita porque la verdad no tomé precauciones, digo que el gobierno es un asco por no arreglar las calles y los semáforos no están sincronizados, etc., yo siento cierto confort al justificarme así. Mi bienestar no me lo doy yo, se lo di al “tráfico” echándole la culpa. Pero ¡un momento! ¿Qué estarán pensando de mí los que me vieron llegar tardísimo con tal argumento? Seguramente pensarán que soy irresponsable.
Aquí la realidad es que al “tráfico” no le importa para nada la desilusión que se ha causado, aquí los decepcionados y frustrados son los que te esperaban y tú que no la armaste. Desde el momento que estabas atorado para llegar te pudiste hacer responsable de tu bienestar llamando para pedir tiempo de espera o reagendar; eso es empezar a usar todos los recursos para solucionar tu asunto.
No nada más es la culpa, también es el miedo y la vergüenza que si sentimos sin comprometernos, paralizarán nuestra evolución. Entonces activemos las tres funciones del cerebro que son esenciales para crecer: 1. Controla tu nivel de impulsividad, si eres muy impulsivo, menos tolerante te vuelves. 2. Anticipa el resultado de tus acciones. Por ejemplo, si salgo tarde de casa, llegaré mal y estresado a mi destino. Vuélvete capaz de vincular lo que haces con el posible resultado. 3. Reconecta emocionalmente, es decir, una vez que cometiste un error, analiza cómo te sientes en realidad (culpable, arrepentido, etc.) y cómo haces sentir a los demás. Estas tres funciones son las que nos permiten vivir y convivir en sociedad. Si alguien no puede desarrollarlas, es posible que haya que recibir tratamiento integral desde la psiquiatría.
Considero que hay más de dos opciones cuando pensamos en la culpa, miedo o vergüenza, porque no nada más hay bueno o malo, pecador o santo, cielo o infierno. Entre el “sí y el no” en medio hay muchas alternativas, es decir, no te vayas a ninguno de los extremos, analiza el trayecto. Es que todo lo que sentimos nos está dando una gran información, reflexionemos el precio que se está pagando y visualízate aprendiendo de tus estados de ánimo.
Evita a quienes te provocan sentimientos de culpa, temor y humillación porque te van a controlar para que asumas que en un momento dado, ellos te salvarán.¡Hazte cargo de ti! ¡Crece! Entre la dualidad de “deberías…” y “no deberías…” hay muchos “podrías…”.