Por Saúl García Guillén, integrante de la Sociedad de Urbanismo Zona Metropolitana de Tijuana, A.C. (SUZMTAC)
El enorme crecimiento de la población urbana que se ha producido en las últimas décadas y que se espera en el futuro, obliga a las ciudades a hacer frente a nuevos retos.
En este contexto, y con la aparición de nuevas soluciones tecnológicas, el concepto de la Smart City ha surgido como una alternativa que persigue afrontar los problemas de la ciudad con una visión integral y conectada.
¿Qué son las “smart cities”?
Una «smart city» se define como un sistema complejo e interconectado que aplica las nuevas tecnologías para gestionar desde el correcto funcionamiento de los sistemas de transporte público y privado, hasta el uso eficiente de los recursos energéticos o hídricos, pasando por los planos de protección civil, o aspectos socio-económicos, como la vitalidad de los espacios públicos y del tejido comercial, o la comunicación de incidencias a habitantes y visitantes.
Actualmente más de la mitad de la población vive en zonas urbanas, cifra que se espera que aumente hasta el 70 por ciento en 2050. Además, a día de hoy, el 70 por ciento de la riqueza global se genera en las ciudades.
Es por esto por lo que las políticas y esfuerzos presupuestarios dedicados por los gobiernos en las ciudades están aumentando significativamente en un gran número de países, al considerarse estos como los motores básicos del crecimiento económico. Si nos centramos en la Unión Europea, actualmente más del 60 por ciento de la población vive en ciudades, generando 85 por ciento de la riqueza de acuerdo con el Green Paper on Urban Mobility (EC, 2007).
Desde el punto de vista económico, las ciudades tienen el potencial de producir sinergias y aumentar los rendimientos de escala, lo que las hace tremendamente eficientes, permitiendo a sus habitantes tener grandes oportunidades de desarrollo. La ciudad es por definición un sistema inteligente que tiene como objetivo mejorar la eficiencia económica y la calidad de vida de las personas que habitan en ella. Pese a las grandes ventajas derivadas de la economía de la aglomeración, en las ciudades también se producen problemas de difícil solución, muchos de ellos asociados a la movilidad: contaminación, cambio climático, congestión del tráfico, expansión urbana, etc. Pero también muchos otros retos que deben de ser tenidos en cuenta como la desigualdad social o la pobreza energética, y que llevan a una reducción de la calidad de vida de sus habitantes.
A medida que las ciudades crecen, también aumentan el costo para hacer frente a las necesidades básicas de la sociedad y la presión ejercida sobre el medio ambiente y los recursos naturales. Las ciudades consumen más del 75 por ciento de la producción de energía mundial y generan el 80 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero (Lazariou et al., 2012). En este marco y gracias a las innovaciones tecnológicas surge el concepto de Smart City como una herramienta para conseguir ciudades más eficientes y sostenibles.