Por Daniel Salinas Basave
La imagen en blanco y negro muestra a un par de típicos cowboys bebiendo café a la sombra a la sombra de unos sauces. Llevan botas, sombreros y uno de ellos luce una tupida barba.
Los miro detenidamente y los imagino como perfectos personajes de una historia como Meridiano de sangre de Cormac McCarthy. Podrían ser exploradores, forajidos, buscadores de oro o cazadores de apaches, pero el detalle es que a su alrededor no hay rifles ni pertrechos, sino tripiés y lentes. La gran carreta que aparece al fondo cumple perfectamente con el estereotipo para redondear un relato del Viejo Oeste, pero el elemento extraño es que sobre la madera del carro se lee Parker&Burgess. Landscape Photographers.
Quienes aparecen a cuadro son los hermanos Francis y Joseph Parker, los primeros fotógrafos en retratar a una primitiva Tijuana que ni siquiera estrenaba todavía ese nombre. La imagen ilustra el ensayo Fotógrafos extranjeros en Tijuana de Pablo Guadiana Lozano.
Era un mundo tan salvaje y ancestral el contenido en esa imagen, que la mayoría de los sitios aún no tenían nombre y el elemento humano en esos parajes era escaso, rayano en lo inexistente.
La primera vez que el rancho de la Tía Juana apareció en una fotografía se remonta al verano de 1874. Una placa de cristal de formato medio sirvió a los hermanos Parker para captar por vez primera el enigmático sur de la frontera.
Nacidos en Massachusetts, Francis y Joseph llegaron a probar fortuna a la ciudad de San Diego donde fundaron la compañía Parker and Parker Landscape Photographers que después mutaría a Parker and Burgess, cuando se asociaron con un fotógrafo oriundo de Iowa llamado Charles Burgess, quien cobraría celebridad por documentar fotográficamente la Southern Railroad y que además destacó como pianista en la banda musical de la Policía de San Diego.
Los hermanos Parker lograron conformar un catálogo de 202 fotografías del sur californiano y la frontera mexicana que van desde el asentamiento de La Jolla hasta el puerto de Ensenada.
A bordo de una carreta tirada por un par de mulas, estos aventureros cargaron cámaras, tripiés, telas oscuras y una dotación de whisky. Aunque en su catálogo enlistaron tres fotografías en donde en teoría aparecen lower californian indians, lo cierto es que en el archivo sobreviviente de los hermanos Parker no aparece elemento humano alguno en sus imágenes de la Baja California.
A los hermanos Parker los sucedieron los hermanos Rhea que en 1891 tomaron su fotografía Scene a Tía Juana en donde aparecen un grupo de viajeros sobre carretas cruzando la frontera hacia México. Poco o casi nada se sabe sobre estos hermanos Rhea, antecedente del que Pablo Guadiana llama el ilusionista fotográfico de Tijuana, un busca vidas llamado R.W. Magruder, acaso el padrino ancestral del kitch y el cliché de lo tijuanero diseñado para gringos. Magruder inauguró un estilo de fotografía turística siempre lúdica en donde lo chistoso coquetea con lo ridículo.
En el negocio de Magruder los turistas podían elegir coloridos sarapes, descomunales sombreros de palma, cananas e incluso una carabina y una Colt 45 para posar con ellas y lucirlas en la fotografía. En el imaginario estadounidense el salvaje México era un territorio sin ley donde regía la ley del plomo impuesta por Pancho Villa.