Hay que sentarse

Por Maru Lozano Carbonell

Yo creo que hay que sentarse a la mesa y platicar en familia. Hay sucesos que marcan la personalidad de los hijos y éstos ya no saben discutir o intercambiar opiniones porque todo lo quieren ver cortos en tik tok.

Me contaron que en una oficina pidieron la carta de situación fiscal, ¿la recuerdas?  Bueno, pues en el correo donde se solicitaba, se adjuntaba el instructivo para hacerlo. ¿Qué crees que hizo el empleado centennial? Exactamente buscar el tutorial en tik tok. 

El problema con las redes es que la gente quiere “likes», quiere “vistas”, así genera seguidores, y no por eso lo que ponga es real o le pega a todas las aristas. 

El fin de semana pasado con las marchas para defender el INE, hubo jóvenes que dijeron: “¡eso qué!”. No hay información en sus mentes y claro que buscaron lo que algún influencer dijo sobre el tema. 

Imagínate que desde esas plataformas están formando lo que piensan, lo que sienten y peor aún, ¡lo que hacen!

Gracias a que en las escuelas ya no puedes reprobar a los pobrecitos alumnos, no los puedes estresar ni exigir, nuestro sistema educativo lo marcan ellos, los que no tienen experiencia, los que no saben.

A mí me asusta que sea tik tok o instagram quien eduque a los jóvenes. Las redes son para vincularnos y yo las amo por muchas razones, pero me preocupa que la mayoría ya no usa la cabeza para pensar y se relacionan con la nada. 

Hay que sentarse a la mesa y discutir lo que sucede, lo que sale en las noticias. Si tuviéramos todos la costumbre de buscar un tema internacional, uno nacional y otro local, los experimentados abonarían muchísimo con sus vivencias a nuestro intelecto.

Imagínate que en las escuelas se hiciera algo así todos los días, que un alumno buscara hechos relevantes y compartieran, al día siguiente otro alumno y así sucesivamente. Podríamos hablar de inventos, premios… ¡tantas cosas!  En las escuelas hay un espacio de oro para compartir información que es cuando los alumnos pasan -desde la formación- a sus salones. Si la escuela no usa este sistema, habrá estrategias para esparcir el “fun fact” del día.

Imagínate que, si ante un suceso, tuviéramos la cultura de buscar la respuesta a ¿qué, quién, cómo, cuándo, dónde? ¿Qué pasó antes? ¿Qué creo que pasará después? Considero que tendríamos conversaciones muy interesantes. Pero para que esto se dé bien, el adulto no debe imponer ni juzgar, de lo contrario, el inexperto se sentiría poquita cosa y cerraría su puerta con candado.

Estamos ante la “generación muda”, ya no hablan y eso nos toca arreglarlo a los adultos. Si a los jóvenes no les gusta contestar llamadas y todo lo quieren por mensajito, forcemos temas de discusión. Es que si no, enfermaremos, ¿ya has oído de la nomofobia? La nomofobia representa el miedo irracional a estar sin teléfono móvil. El término fue acuñado en 2009 en Reino Unido y proviene del anglicismo “nomophobia” (“no-mobile-phone-phobia”).

Es que si no practicamos momentitos sin los aparatos, podríamos correr el riesgo de enfrentar la frustración, enojo, agresividad y actos sin control de los cuales, podríamos no dar buena cuenta después.

Una frase para captar la atención es: “¿Sabías que…?”. ¡Conversemos! es una manera real de conectar. Conocer, expresar, compartir… ¡Qué placeres!