Fragmentos de una mujer

Por El Recomendador

En el año 20 se estrenó Fragmentos de una mujer (Pieces of a Woman) esta película canadiense que presenta con extremo realismo la manera como una hermosa mujer mal casada, mal entendida por su madre e inserta en una sociedad sin rumbo como la contemporánea se destroza paso a paso desde el principio de un otoño hasta más allá de la primavera siguiente. Aquí no hay realismo mágico, como en las novelas nuestras, sino un realismo cruel pródigo en detalles.

Un obrero y una joven, insensatos ambos deciden casarse por capricho teniendo ambos un vacío de vida casi absoluto. Deciden tener el parto en la casa y les va mal. Pierden a su hija en parte por incompetencia de la partera; y, en parte, por lo imprevisible de estos partos “en casa” muy “románticos”, eso sí. Con fino detalle va representándose la personalidad neurótica y bastante paranoide del marido, así como la vaciedad de la vida y de los ambientes contemporáneos en Boston poco antes del inicio de la pandemia.

Se trata de una coproducción canadiense y húngara de Bron Studios, Creative Wealth Media Finance, siendo el productor Martin Scorsese (1942) director, guionista y productor norteamericano y la dirección de Kornél Mundruczó. El guion es de Kata Wéber y la fotografía y la música resultan esmeradas y hasta poéticas. Hay críticos que elogian la finura con la que se simula un parto casero, doloroso, angustiante y que hace explotar la crisis conyugal y familiar que tritura en menos de un año a una esposa y madre.

Pedir a las mayorías de hoy, que oculten su vacío existencial sería una ingenuidad. Recurrir en el mundo muy informado del internet, en el que todos creemos saber “cómo hacer las cosas” tampoco resulta procedente. En una sociedad vacía, pronto caemos en la cuenta de que el dinero no arregla problemas. Que la justicia perfecta no puede sentenciarla ningún juez. Que las rutinas compensatorias de un vivir sin rumbo ni trascendencia no son capaces de rescatar a nadie. Que la insensatez para tomar las decisiones de la vida hace luego muy difíciles de llenar los vacíos que dejan en las vidas. Muy significativa resulta la actual costumbre de tirar las cenizas de nuestros deudos en un río o lago para que se disuelvan del todo, aunque ese tipo de rutinas vacías no sean capaces de devolver a nadie el significado perdido de sus vidas.

Si el lector quiere una película que retrate sentimentalmente y con realismo el vacío existencial, le recomendamos ampliamente esta película. A los que les gusta sufrir, sin compensación ni catarsis ninguna, también. Se trata de drama tan intenso que hizo ganar a Vanessa Kirby, la actriz protagonista, el Premio de Venecia a la mejor actriz.

El cineasta húngaro maneja dos metáforas en su desconsolador drama: 1.- Nuestra vida parece un puente en construcción que no va a ninguna parte ni tener otro objeto que hacer negocio; y, 2.- los brotes de las semillas de una manzana, pueden substituir a la maternidad frustrada. Pero nada compone el sufrimiento de esta mujer fragmentado por todas las soluciones “inteligentes” que quieren imponerle los que “sí saben qué hacer”, como su despiadada madre, tan bien actuada por Ellen Burstyn.