Evolución de los medios

Por Juan Carlos Ochoa

En mi participación anterior en Infobaja comentaba sobre la fuerza que tienen  y están tomando los teléfonos inteligentes en la forma en como nos informamos, comunicamos e interactuamos con los demás. Y es que de los 103 millones de líneas telefónicas celulares que existen en México, la mitad ya tienen smartphones, con lo que les permite a sus usuarios de primera instancia el acceso a internet sin tener que comprar una computadora.  Esto ha contribuido a que en 5 años en México el número de internautas se haya duplicado.

 

Este aumento de mexicanos con acceso a internet y de manera móvil genera una serie de impactos en muchos  ámbitos de la vida diaria de las personas  y también en muchas de las industrias que se ven forzadas a cambiar sus modelos de negocio lo más rápido posible, antes de que el internet les gane el mercado. 

Un ejemplo claro son las radiodifusoras regulares, que según se rumorea cada vez es “menos negocio” comprar estaciones, porque estiman que el medio sobrevivirá (con márgenes aceptables) a lo mucho 10 años.

No desaparecerá, pero quedará limitado a un nicho y definitivamente será menos atractivo para los anunciantes. Otro medio, el que probablemente tiene el mayor impacto es la televisión, porque ahora compite con contenidos creados en internet, pero sobre todo por la manera en la que ahora se puede ver lo que sea a la hora que se quiera.

Este es un tema amplio que si me permite trataré en otra oportunidad. 

El uso de los smartphones ha generado una guerra de consumo de pantallas pero también generado  una evolución de conceptos, del “watch tv” al  “engage tv”. 

Esto quiere decir que la televisión dejó de ser un medio emisor unilateral y pasó a ser de dos vías, en el que ahora el consumidor también tiene voz y pesa.   Ahora los televidentes no solo ven la televisión, ahora también “consumen” otras pantallas, consultan el teléfono, la tablet o la computadora.  En esta nueva era se circulan los contenidos, el consumidor los reinterpreta, los discute y  hace recomendaciones entre su red de contactos.

Bajo este nuevo esquema el valor de la audiencia de un canal ya no solo se debe de basar en la cantidad de personas que la conforman (que se mide con los raitings), sino que también se debe de considerar la calidad del vínculo creado con el consumidor y que se puede observar en las redes sociales.  

En este sentido estamos migrando de las audiencias que solo valen por su consumo mediático a las que valen por su producción de significado por medio de la repercusión de sus contenidos en las redes sociales y en la manera en como un simple programa de televisión puede generar sentimientos, actitudes y puntos de vista diferentes que se expresan de manera muy abierta. 

Definitivamente los medios sobre todo televisivos se encuentran ante un verdadero reto que de no afrontarlo con seriedad pueden poner el riesgo sus audiencias pero sobre todo la relevancia que tienen en la vida de los consumidores.