Escogiendo una cava refrigerada

Por Adriana Zapién y Valente García de Quevedo

Aprovechando que Adriana se fue de viaje hoy me tocó a mí escribirles y aprovecharé para hablarles sobre las cavas refrigeradas y la conveniencia de comprar una, sobre todo si nos convertimos en coleccionistas serios de vinos. Aclaro que esta nota es una simple recomendación sin ningún interés económico con ninguna marca.

Antes que nada, debemos de hablar de un aspecto fundamental. El vino no es tan delicado como nos lo platican, pero sí le gusta la conservación en un lugar fresco (unos 12 grados C/55 grados F), obscuro, con humedad entre el 40 a 70 por ciento y libre de aromas y vibraciones. De esta manera nuestros vinos dedicados a la guarda evolucionarán de manera armoniosa y por muchos años, y en ocasiones, hasta mejorarán.

Si tu casa tiene un gran sótano, con temperatura constante y la humedad adecuada, eres de los afortunados mortales que tienen una cava natural dentro de su hogar. Sin embargo, para el resto de nosotros los espacios en nuestras casas cada vez son más pequeños y poco convenientes para la guarda de nuestros vinos. Quiero resaltar que la cocina, que cambia constantemente de temperatura, es el peor lugar de la casa para guardar nuestras preciadas botellas.

La industria consciente de estas limitantes ha desarrollado las cavas refrigeradas o enotecas, que no son sino una especie de refrigeradores de no tan baja temperatura y baja vibración que conservan de manera casi perfecta los productos que en ella se depositan. En el mercado existen de muy diferentes capacidades: desde muy pequeñas para guardar quizás 3 o 4 botellas, hasta enormes para guardar cientos o miles de ellas.

Los precios varían también: existen unas muy económicas de baja capacidad buenas para cuando tenemos solo algunas botellas en casa hasta vinotecas de lujo de clase mundial con terminados extraordinarios, cajones de maderas preciosas, sistemas de iluminación excelentes y hasta sistemas de alarma para comunicarnos en nuestro celular en caso de un cambio brusco de temperatura en su interior (como las EuroCave, en mi opinión, el Rolls Royce de las cavas refrigeradas, comienzan por unos USD 2000.00, las pequeñas) y que decía mi amigo Nacho García Forcada “Son un deleite tenerlas en la sala de mi casa”.

El sistema de enfriamiento básicamente es de dos tipos: El más sencillo y económico es el llamado sistema termoeléctrico, el cual funciona introduciendo aire caliente en el interior de la vinoteca que por medio de un ventilador se convierte en aire frío. Estas cavas tardan a veces días en lograr la temperatura deseada y tienen un inconveniente: la temperatura externa sí las llega a afectar y en invierno sí están a muy buena temperatura, pero pueden subir varios grados durante el verano. Tienen una gran ventaja, en general son sumamente silenciosas.

El otro es el sistema por compresor, que en general es igual al que tienen nuestros refrigeradores convencionales donde el aire caliente pasa a través de un serpentín con líquido refrigerante y de esa manera agregamos frío al interior de nuestra máquina. Tiene la gran ventaja que la temperatura exterior no le afecta en absoluto y se mantiene todo el año, se puede empotrar en una cocina o en un mueble, pero pudiera ser un poco ruidosa (aunque este aspecto mejora año con año).

Por lo general el primer sistema es la norma en vinotecas por debajo de 25 botellas, y el segundo en refrigeradores por arriba de este número. Espero esta información sea de utilidad para alguno de ustedes que esté pensando en comprarse un aparato de estos.