Es sólo un Estado… Del ánimo

Por Ana Celia Pérez Jiménez

No sé cómo se siente la felicidad completa, no sé dónde está, dónde la encuentras, o tal vez sí y no me he dado cuenta, nunca leí el concepto completo en un libro o su descripción exacta y si lo hice, ya lo olvidé.

¿Será felicidad ese momento en que conversas y ves en todos las sonrisas? ¿Será ser feliz cuando andas sin pensar mucho? ¿Sin darte cuenta? ¿O será lo opuesto y es cuándo te das cuenta de todo? No sé si eso sea probable.

No sé dónde está mi felicidad eso es cierto, siento a momentos que la atrapó y es, la tengo y palpo y hasta paladeo, pero no tengo un frasco de ella, el aroma de ella. Podría decir que la felicidad es estar con los que quiero pero no siempre soy feliz cuando estoy con ellos, los amo pero no siempre soy feliz, ni con lo que amo o quiero, tampoco quisiera responsabilizar a otros de ella.

La felicidad es tan volátil, como el segundo, como una ráfaga de aire, como la mente en blanco que nunca en si se alcanza. Cuando pienso en ella siento que no la tengo y cuando recuerdo, siento que siempre la tuve. Es verdad que puede ser que sea algo de despistada o malagradecida, pero no me doy cuenta hasta que ya fue, si de repente puedo imaginar y me dijo “esto es ser feliz” y luego se me va.

Siento que de niña me era más tangible, la felicidad me era más latente, más fuerte, casi como un objeto y como algo que podía tener, recuerdo ese contener en el pecho, ese sentir que se expande y me hacía sentir en gozo y reír en carcajadas. Tal vez no conozco tanto a la felicidad o tal vez vivo con ella y soy como una mala pareja que no valora, que no se da cuenta.

Lo único que tengo claro es que en esta vida todo es posible y presiento que en la muerte también. Pero extraño y práctico mi felicidad que tuve en la niñez, no sé si era el cuerpo, lo poco que sabía, lo mucho que imaginaba y a lo poco que temía. La he tenido sí, pero nadie es responsable de ella, ¿la volveré a tener? Es muy posible, pero quisiera estar alerta, al tanto para poder decir y sentir al mismo tiempo esa felicidad que se encuentra en el sube y baja de la oferta y la demanda.