El director mexicano Alfonso Cuarón y su hijo Jonás, nos mandan desde Estados Unidos una película realmente significativa, emocionante, bien lograda y propia para toda la familia. No en balde, Alfonso ha alcanzado éxito internacional y su película, la categoría de la más taquillera en pantalla, con recaudación incluso superior a “Harry Potter” (que por cierto a mí me produce rechazo la presentación del brujo y de la brujería pues considero que sugerir a los niños que esto es algo real, no es algo muy positivo que digamos).
Se trata de las aventuras de astronautas en el espacio, a los que les suceden accidentes que ponen en grave peligro sus vidas. Los detalles y el desenlace, no son del caso relatarlos cuando uno recomienda una película a quienes no la hayan visto todavía.
Lo que sí procede es dar el porqué de la recomendación. Por cierto, no todas las veces que esta columna ha salido en El Informador recomienda, automáticamente, que se ponga el lector a ver la película o la serie a la que me refiero. Hubo, al menos un caso, en que mi crítica fue negativa. Se trató de una película que consideré un experimento tramposo, una historia contradictoria y no lograda, principalmente por absurda y artificiosa, por lo que al buen entendedor, pocas palabras, para captar una crítica negativa.
En el caso de “Gravedad” es todo lo contrario. Las aventuras están muy bien contadas. La película es emocionante y con suspense, la actuación de Sandra Bullock es extraordinaria y el trasfondo filosófico y estético del filme es, por muchos motivos, digno de alabanza.
Alabanza, y no otra cosa, merece el trato que se da en la película al misterio del universo que habitamos y, sobre todo al misterio de lo que es la vida humana que pende de hilos tan delicados para hacerse posible como la atmósfera, el apego y el amor por la tierra. El Hombre, han dicho numerosos filósofos, es un microcosmos del macrocosmos. En cada uno de nosotros hay polvo de estrellas y un espíritu que es imagen del Creador porque quiere conocer sin límites y busca la perfección, la felicidad, a la que puede uno irse acercando por medio de la virtud que es motivada por el amor generoso. Anhela encontrar el significado y valor de su vida y este anhelo, tampoco tiene límites. Somos libres para amar.
Igualmente es elogiable la búsqueda del Ser Supremo como prodigio de amor y generosidad, de poder bueno que se ocupa de nosotros y al que buscamos con nuestras oraciones, aunque nadie nos haya enseñado a rezar.
La fragilidad misma de la vida humana y la concordia y armonía que se necesita en el universo para mantenerla y proyectarla al infinito, están en la película.
En este caso, las críticas científicas algunos detalles de la filmación, de ninguna manera desvirtúan el humanismo extraordinario ni la calidad del filme. En efecto, muy poco importa que un caballito no se presentara flotando en el vacío o que la distancia de los satélites haga imposible la comunicación como se presenta en la película. Nada de eso desvirtúa la fantasía ni pone el relato como contrario a una aventura que puede y debe contarse. El talentoso director confirma esto al afirmar que su película está hecha para la mujer y que es un relato basado en la humildad.
Deseamos fervientemente otras fantasías sobre la vida posible en el espacio, aunque haya algunos detalles científicos que no cuadren y puedan criticarse. Mientras un relato fílmico cuadre con la condición humana y sus sueños y anhelos, que sea bienvenido.