Estas dos series de TV tienen en mi opinión la posibilidad de corromper el gusto del televidente.
Me explico: Hay que partir de la premisa válida de que todo argumento que escriba el ingenio humano debe juzgarse conforme a un triple criterio: 1.- El de la belleza lograda; 2.- el de la bondad o maldad proyectada al espectador, y, 3.- el de la conexión verdadera o bien, falsificada que la historia relatada puede tener: Si se refiere a vidas absurdas y estrafalarias o no.
Con esa premisa que contradice la opinión de moda, de que se vale absolutamente todo lo que “divierte”, yo quiero sostener y defender aquí el punto de vista de que sí se puede distinguir entre lo que es verdaderamente, ingenioso y contribuye a elevar el espíritu de quien mira una película o una serie, y lo que corrompe y estraga el más elemental buen gusto. Me refiero a quienes confunden libertad con libertinaje y quieren tasar equívocamente todo lo que pasa ante nuestros ojos.
Lo que vemos puede tener capacidad de corrompernos si nos aficiona a la falsedad, al vicio, a la estupidez y a la crueldad. Lo peor es que muchos ni se dan cuenta de que eso puede suceder.
Veamos eso en dos ejemplos: Crepúsculo al Amanecer nos presenta una visión horripilante del demonismo y del vampirismo el cual asocia a los narcos mexicanos y su culto a inexistentes ídolos ancestrales y al bodrio que algunos llaman “La Santa Muerte”. Son dos hermanos asesinos y asaltantes que caen en un mundo absurdamente pervertido que los argumentistas sitúan, precisamente en México (¿por qué en México?) De repente unas víboras se introducen por la boca o por el ano de las gentes y la brujería opera con objetos como un cuchillo que hace ver visiones y asesinar a mansalva.
Quien se pica mirando esa serie, habría que objetarle, al menos, su mal gusto. Quien se obsesione sólo por este tipo de series en las que anida la superstición, la crueldad asesina y la vida arbitraria y sin rumbo, lo menos que habría que decirles es que su mal gusto refleja, de algún modo, una personalidad psicológica y ética, bastante descompuesta…
En la televisión de paga (Dish) las estaciones nos interrumpen cada cinco minutos la trama de cualquier serie que nos gusta (por ejemplo CSI) para recomendarnos reiteradamente que veamos El mariachi. Una serie que también los gringos filmaron creyendo ser realistas en el modo como deturpan y desprestigian a México. Para ellos, es algo muy extendido en México la ambición de ser miembro de un mariachi e ir a Hollywood para grabar un disco en las exitosas compañías gringas. A esto agréguele la facilidad con que todos nos podemos convertir en narcos y en pandilleros, en sicarios y matones que descabezan, hierven en ácido cadáveres (como “el Pozolero”).
Si usted quiere entrarle permanentemente a dos estereotipos así filmados, ¡pues allá usted!