Por Héctor Fernando Guerrero Rodríguez
Como cada año, este que inicia conllevará sus propios retos y oportunidades en todos los aspectos sin ser la gestión del capital humano la excepción. Desde lo que significan en términos económicos, legales y culturales nuevos ordenamientos en materia laboral, hasta otras cuestiones quizás menos técnicas, pero de igual relevancia.
Sin pretender establecer un orden de importancia, algunos expertos coinciden en que algunos de los retos que deberán estar en la mente de las organizaciones son la construcción de ambientes de trabajo diversos y amigables, un replanteamiento de las funciones realmente necesarias y que agregen valor para el logro de objetivos y un repensar el perfil del líder que pueda facilitar lo anterior en un entorno laboral en el que convergen frecuentemente hasta cuatro generaciones en un mismo centro de trabajo.
La especialista en negocios Lynda Gratton afirma en su artículo “Why you should make friends at work” (Por qué se deben hacer amigos en el trabajo) que aun en un pasado no muy lejano un número considerable de personas llegaban a decir que al trabajo no se iba a hacer amigos. No obstante, hoy en día se ha demostrado que uno de los elementos cruciales para la resiliencia es precisamente la amistad. Lo cual quedó en manifiesto durante los dos años críticos de la pandemia de Covid-19, cuando las empresas con ambientes más amigables son las que en términos generales pudieron sortear de mejor manera la crisis que este periodo representó. Así también Gallup encontró que aquel colaborador que cuenta con amigos en su empleo tiene más probabilidades de permanecer. Un ambiente de trabajo amigable es un indicador proyectivo de retención de personal.
Pero construir un ambiente laboral amigable puede llegar a ser algo complejo sobre todo si este debe ser al mismo tiempo diverso e incluyente. Si la apertura a un entorno diverso es en sí un reto, lograr que unan talentos y esfuerzos para un mismo objetivo y además que estén entre ellos abiertos a una amistad parecería una misión imposible. Sin embargo, es más posible de lo que parece a simple vista cuando se establecen bases de respeto y aceptación de aquel y aquella que piensa, luce y se comporta diferente y que además se fomente la apreciación del talento sin prejuicio alguno.
Otro reto en consecuencia es el definir qué función realmente agrega valor dentro de este ambiente amigable, diverso, incluyente y llamado a contribuir de forma efectiva en el logro de objetivos. Por lo que es importante identificar qué debe hacerse, quien debe hacer qué y en qué momento debe hacerlo. Es en realidad fomentar un trabajo en equipo en un contexto actualizado. Cada quien enfocado a hacer su trabajo lo mejor posible, pero siempre con la disposición de ayudar sus compañeros cuando se requiera.
La redefinición del concepto de liderazgo es otro de los retos que se visualiza para este año. Ya que como resultado los retos anteriores, quienes están al frente de las empresas y deben estar conscientes que los equipos de trabajo ya no son sólo los ejecutores de las decisiones tomadas por el jefe y que el eslogan de “aquí las cosas se hacen a mi manera” es ya totalmente obsoleto. Los líderes deberán estar abiertos a que las soluciones no solamente no vengan de ellos o ellas, sino que la mayoría de las veces vendrán de su equipo y en ocasiones de algún integrante con el que aparentemente no tendrá nada en común pero la sinergia lograda es de un nivel superior.
Sin lugar a dudas atraer, retener y desarrollar talento ya no será este año suficiente para las empresas. El reto será también hacerlo en un ambiente amigable, diverso, con funciones claras y con el líder adecuado. Porque independientemente de lo que se depare estos próximos doce meses para las empresas, los elementos anteriormente mencionados serán clave para un final exitoso de un 2023.