Por Maru Lozano Carbonell
Efectivamente en un ring de pelea tendría que haber dos personas, de lo contrario, no hay función. Si en tu casa, con amigos o en el trabajo, alguien pelea, la situación es digna de analizar.
Primero, si el que pelea habla de ti y no te enfrenta, es porque goza de la atención al ser escuchado. Como no te puede controlar, busca controlar la manera que los demás piensan de ti.
Segundo, si te enfrenta y comienza a pelear verbalmente, escucha sin interrumpir. Puedes tomar notas importantes si crees que debes recordar algo. Si lo que pelea es argumentable, pregúntale qué desea y qué propone. Si es posible el diálogo, perfecto.
Tercero, si es nada rescatable, fíjate si lo que dice tiene estos tres elementos: Coherencia, experiencia y valor para ti.
Quien te critica y te ataca, ¿es coherente con su realidad? Es decir, si es bueno para criticar tu desempeño, ¿él cumple al cien por ciento?
Quien te juzga, ¿tiene la suficiente experiencia en lo que tú realizas como para esparcir ataques? O sea, ¿ya ha hecho lo que tú estás haciendo como para instruirte?
Quien te censura, ¿qué valor te aporta a ti? ¿Lo que te está diciendo es valioso y digno de atesorar en tus sentimientos?
Si es no a estos tres aspectos, podrías contestarle: “Gracias por tu aportación pero, cuando encuentre coherencia, experiencia y valga la pena para mí, podríamos dialogar”. Así, sin resaltar hechos concretos, no seas su espejo que de momento es innecesario. No le digas: “cuando seas… cuando hagas…”, porque te estás montando en el ring de pelea y no es conveniente. ¡Habla en primera persona!
Si el compañero de trabajo, familiar o compañero de pupitre continúa, siempre habrá una autoridad a quien recurrir para que intervenga. A esa persona dile cómo te hace sentir y que necesitas que intervenga para que la prudencia y el respeto se den. Coméntale las afectaciones que hay a partir de esto.
Por supuesto sería increíble que a la primera de cambio pudiéramos dialogar con el atacante y decirle la emoción negativa que nos causa, sin embargo, en muchas ocasiones requerimos de alguien más que medie la situación, ¡búscale!
A decir verdad, el ataque contiene afirmaciones categóricas en donde te planta la etiqueta de: “Eres… tú haces… te falta…”. Pero, si confrontas a parar, puedes usar frases como: “Siento que… Me está pasando contigo que… Veo que…”, y también dile qué propones tú, es decir, “Por ahora lo dejamos así, no habrá diálogo”.
Por mucho nivel o jerarquía, no podemos infantilizar la relación, tenemos que mediar el autoapoyo porque a veces es necesaria una dosis de frustración en la emoción neurótica para que la persona crezca realmente.
Por favor, sepamos distinguir entre puntos de vista diferentes y conflicto. Mantengamos al día lo que tenemos que hacer, y si te llegan a ti con los chismes, no pongas oídos cómodos a lo que lleva a controversia; interrumpe y resalta lo bueno, sé propositivo o si puedes, ayuda mediando.
Respeto, paciencia y asertividad son habilidades que se pueden conseguir si el ambiente receptor se modifica. Si hacemos cierres en falsos, pasaría lo que decía el teólogo y científico español Miguel Servent: “Arderé, pero eso será un mero incidente. Continuaremos nuestra discusión en la eternidad”.