El mundo es una gran placenta

Por Maru Lozano Carbonell

La semana pasada estuve mal de los bronquios, de hecho no estoy muy bien ahora. Llegó un punto muy raro que de pronto no sentí tos, ni dolor, ni nada, solo de repente vi a mis papás. Ellos ya fallecieron.

Yo no sé si fue un estado alterado de conciencia o qué, pero de que sentí paz la sentí. Mi mamá claramente me dijo: “¿No estás viendo cómo están luchando tus hijos por ti? ¡Todavía no es tu momento!”. Con aquella autoridad que recuerdo perfectamente.

Abro los ojos, mis hijos y mi yerno conmigo. Nunca había estado tan seriamente enferma, me sorprendí.

Desde que mis hijos se independizaron, es poca la frecuencia con la que nos vemos, pero me impresionó cómo dejaron todo para irse a quedar conmigo, sin embargo, también me dio pena que movieran todas sus actividades.

La experiencia de saber que estamos atendidos arriba y abajo, para mí es imponente. Creo firmemente en que somos energía y que es esencial saber utilizarla a nuestro favor.

No se me ocurrió rezar ni orar porque el amor lo palpas seguro, arriba y abajo, cuento con amor y lo que quisiera compartir es que cuando nos toca, nos vamos acompañados.

Este mundo es una gran placenta en la que nos estamos desarrollando. Es que sí, mira, la placenta es un órgano “temporal” que se desarrolla en la matriz durante el embarazo. Mientras el bebé está creciendo, la placenta da oxígeno y nutrientes, pero también elimina productos de desecho y forma una zona amurallada entre la mamá y el feto. La placenta también evoluciona con el embarazo adaptándose a las necesidades del feto. Ya naciendo el bebé ésta se desecha, no sirve, recordemos que estaba solo mientras crecíamos.

Así veo al mundo, estamos dentro de una gran placenta que, así como es intermediaria entre la madre y el bebé, acá es intermediaria entre algo muy sublime y el ser humano que está en desarrollo.

Si todos supiéramos exactamente qué pasa cuando vivimos y el efecto que tenemos en nuestro círculo, expresaríamos y manejaríamos mejor nuestras emociones.

Si aprendiéramos a orar y meditar para conectar conscientemente con esa fuerza superior, no podríamos hacer cosas indebidas. Imagino que no sabemos para qué estamos aquí, muchas veces estamos al día a día saliendo adelante, pero estoy convencida que nada es casual, donde estemos y con quien estemos, es importante. Desde ya vivo el “hoy” con agradecimiento y responsabilidad.

Si podemos, trabajemos en algo que nos encante, dediquémonos a quienes nos importan, fomentemos la creatividad y seamos amables. Para lograrlo, agradezcamos al menos cinco cosas cada día, esto nos ablanda y sensibiliza. Digamos: “Gracias porque tal o cual me hizo sentir”. 

¿Para qué sirve platicar este tipo de cosas?  Pensé mucho porque la opinión que cualquier persona exprese, puede ser muy diferente a la de muchas otras personas más. Y si es diferente, vendrá acompañada de adjetivos de todo tipo. Considero que es importante hablar e informarnos de temas poco explorados para entender mejor nuestro paso por esta vida. ¿No lo crees así?