Por El Recomendador
Reseñamos la serie inglesa La mujer del viajero en el tiempo (The Time Traveler’s Wife) que estrenó el HBO este año, por siguiente razón: de todas las series basadas en libros, esta juega con la imaginación no sólo presentándonos a un individuo que a cada rato desaparece del presente (se vuelve invisible dejando caer la ropa que lleva) y se va al pasado o al futuro para luego regresar, vomitar y tener mucha hambre.
Hasta ahí la serie no tendría nada nuevo. Jugar con el tiempo y aparecer y desaparecer y hasta duplicarse o cuadruplicarse a sí mismo el protagonista, no es nada nuevo. Lo notable de esta trama es que abarca todo el menú imaginario LGBTI: es decir, Lesbianismo, experiencias gais, bisexuales, transgénero/trasvesti, e intersexuales.
Wikipedia sintetiza así esta serie: Se trata de una historia de amor centrada en un hombre con un desorden genético que le provoca viajar en el tiempo impredeciblemente, y en su esposa que es, una artista que debe lidiar con sus frecuentes ausencias y experiencias peligrosas.
La autora considera la historia como una metáfora sobre sus relaciones fallidas. Sensasine, sintetiza así el asunto: “Henry es bibliotecario y tiene una extraña disfunción genética que le hace poder viajar en el tiempo. Por otro lado, su mujer, Clare, es una artista. Aunque aspiran a llevar una vida normal, los viajes al pasado y al futuro de Henry son un desafío en su relación, y que producen situaciones comprometedoras y otras divertidas”.
Pero estas síntesis distan mucho de detallar y comentar en qué consisten específicamente “las situaciones comprometedoras” a que se refieren.
Aquí lo aclararemos para que nuestros lectores sepan de qué se trata el argumento. Cuando uno empieza a ver los cuatro episodios de la serie, sin que nadie le advierta de qué se trata, cree que se trata de una esposa cariñosa y ejemplar y de un marido sujeto a la calamidad de ir y venir por el tiempo a lo loco y a petición de nadie. Pero no, en la realidad se trata de un argumento que va presentando un menú en que está incluido todo el catálogo sexual LGTBI. Resulta que esto no es exclusivo de Netflix sino que también apasiona a HBO.
Tanto la sufrida esposa como el pobre marido condenado a ser un viajero en el tiempo, a petición de nadie, van pasando por toda la gama de experiencias sexuales habidas y por haber: tanto la mujer como el marido pasan por experiencias de amor homosexual (el varón consigo mismo duplicado). Ambos teniendo una promiscuidad sexual notable con varias parejas lo que incluye mantener relaciones bisexuales y atravesar la barrera biológica del propio sexo, al contrario, siempre con la sensacional sensación de convertir la nueva preferencia fugaz en algo plagado de melodramatismo y de emotivismo del cuño más corriente.
Viajar absurdamente por el tiempo, reduplicarse y triplicarse arbitrariamente y sin máquina del tiempo, no tiene aquí la más mínima congruencia. Melanie McFarland dice: “Es difícil saber si el principal defecto (de la serie) es la falta de rigor del guion o la desconexión emocional existente”.