Por: Wilfrido Ruiz Sainz
(Primera Parte)
Amable Lector: En esta ocasión, mi propósito es rehabilitar y actualizar al Siglo XXI, la figura monumental de un gran mexicano, de un extraordinario patriota, que actualmente descansa en el exilio. Para dar forma a mis comentarios, les expreso que el día 1º de Septiembre 2015, el Presidente Municipal de Orizaba, Estado de Veracruz, Juan Manuel Diez, en pleno ejercicio de un valor cívico excepcional, rindió justo homenaje al General José de la Cruz Porfirio Díaz Mori. La ceremonia consistió en develar un monumento, en honor al Hijo de Oaxaca y Defensor de la República.
Como buen patriota, el General nació el 15 de Septiembre 1830 y murió en el exilio el 2 de Julio de 1915. Debo reconocer, por méritos extraordinarios y alta distinción, que Don Porfirio es un auténtico prócer de la patria, que injustamente ha sido atormentado y castigado por la historia, que ciertamente se ha orquestado y fraguado en su contra. Este 2015, se cumplieron 100 años de destierro, 100 años de repudio oficial, en fin, 100 años de una inmensa distorsión histórica, elaborada en gran medida por los adeptos a la Revolución Mexicana, que lo tienen entrampado en el Cementerio de Montparnasse, París, Francia.
Ahora bien, me parece justo y prudente afirmar, que antes de 1876, año en que asciende a la Presidencia de la República, está acreditado y demostrado, que México estaba atrapado en una época arcaica, obscura y bronca.
El país se encontraba totalmente en quiebra. Existía un colapso del estado financiero como el resultado de malos gobiernos y las permanentes convulsiones internas, cuartelazos y golpes de estado. En otras palabras, los mexicanos vivían en un estado permanente de violencia. Las guerras agobiantes y ruinosas contra los invasores de Estados Unidos de Norte América y Francia, lastimaron irreparablemente al país. En el devenir de los hechos bochornosos, México experimentó un pasaje histórico amargo y doloroso: Perdimos la mitad del territorio nacional, esto es, 2’400,000 Kilómetros Cuadrados.
Dicho lo anterior, podemos confirmar categóricamente, que México vivía en un verdadero estado caótico, originando con ello, un atraso formidable, que nulificó cualesquier progreso. Nuestra triste y cruda realidad fue, que México transitaba como un país desordenado y salvaje, ya que de 1821 a 1876, transcurrieron 55 años de inestabilidad y nulo desarrollo, que nos hundió en la mediocridad y pobreza. Sin embargo, mientras otros países crecían y se desarrollaban de manera ordenada, México era prisionero del desorden y desbarajuste.
Ante éste panorama desolador, en 1876 el General Porfirio Díaz Mori, asciende a la Presidencia de la República. Como un antecedente de la postergación y atraso de México, en 1850, existía un solo servicio ferroviario en México, que comprendía un tramo de 13.6 Kilómetros, entre Veracruz y El Molino. Como muestra del desarrollo estructural y económico durante el Régimen del General, se construyeron 16,900 kilómetros de red ferroviaria, que comunicó estratégicamente al país. Durante el Gobierno del General, se impulsaron dos principios rectores para el desarrollo de la Nación: Orden y Progreso. (Continuará).