Hoy sentado ante mi Mac, sin saber qué escribir y pensando en que en mis dos artículos anteriores tuve que hacer cambios de último minuto, porque la vida decidió cambiar una vez que ya estaban escritos (Chávez muere y eligen a Francisco I), es lo malo de escribir en domingo y publicar el jueves, en fin me prometí que no volvería a pasar, entonces hay que contar historias menos perecederas, así que platicando con mi socia y amiga Alma Delia (a quien le dedico este artículo) vimos que la gente invierte mucho dinero en ser “espiritual” y tener “paz” en el alma.
Me surgen las preguntas: ¿Buscamos la paz? ¿Está de moda meditar? ¿Es “in” practicar yoga? Pareciera que lo de hoy es: separar la basura, comer lechugas orgánicas, hacer Yoga, ir a SPAS exóticos, beber agua Voss, salvar ballenas, adoptar un niño africano, viajar a la India, tener un amigo gay y un largo etcétera de cosas que te hacen ser supuestamente ecologista y espiritual, que además te posicionan como ciudadano del nuevo siglo (Vida 2.0) y se vuelven un gasto muy alto en tu economía diaria.
Estos desplantes pudieran llegar a costarte como un 50% de tu gasto mensual, a cambio de darte “satisfactores” temporales de bienestar que tratarán de lograr la transformación de tu persona.
Yo no soy nadie para juzgar en que gastas o no tu dinero, pero sí trato de darte una idea de toda la industria que está detrás de tu vida “plena”.
La espiritualidad es cosa del espíritu y no es religión, por ser la dimensión más importante del hombre, requiere atención y cuidados concretos. Es todo un sistema filosófico que defiende tu esencia y la inmortalidad del alma que entre otras cosas se contrapone al materialismo. Requiere que hagamos un alto en el camino para empezar a trabajar la parte emocional, aceptar nuestros fallos y abrazar la belleza real (no a la secretaria), la que aporta la madurez. Habría que empezar a vivir con brillantez no en base a lo que vamos consiguiendo, sino en base a aquello que logramos superar en nosotros mismos. A final del día, el éxito real llega cuando se da, no cuando se recibe
Empieza a dar en todos los aspectos, física, y emocionalmente, comenzando por los actos más simples, como caminar por la calle y sonreír, ser donante en todos los aspectos. Busca lograr serenidad profunda, es cosa de tiempo, experiencia y aceptación. Pasamos la primera parte de nuestras vidas viendo lo que nos gusta de nosotros mismos y poco a poco, logramos situar las cosas en una perspectiva adecuada y ese reconocimiento finalmente nos trae una gran paz. Que te interese lo que viene de adentro, el que uno emana cuando logra estar a gusto consigo mismo, la famosa belleza interior lo que es igual a ser feliz.
Es bueno consentirse de vez en cuando, pero es atroz vivir atado a un “cliché social” de bienestar, que además afecta a nuestra economía diaria e incentiva una industria que aprovecha tu malestar, confróntate a ti mismo, es mucho más barato, divertido, sensato y rentable.