El Recomendador
Intento destacar hoy dos maneras de narrar que destacan en los repertorios actuales de películas y series que se ofrecen en retransmisiones directas o en continuo (streaming, para los que no pueden respirar más que en inglés). Creo que es muy importante que los lectores puedan elegir con más de precisión según les dicten las apetencias de su humor de cada día. Me valgo, por hoy, de dos ejemplos:
1.- Capitani, serie de producción luxemburguesa cuya acción se da en un espeso bosque donde aún hay un lobo. Hay que desentrañar el misterioso homicidio de una hermosa adolescente y la desaparición de su gemelita. Diez episodios de media hora cada uno.
El peculiar comandante de la Policía Judicial, de apellido Capitani (Luc Schiltz), es el encargado del caso y elige a Elsa (Sophie Mousel), una joven policía local, para ser el enlace con la gente de la localidad.
Una red de secretos, vicios y pasiones entreteje la complicada vida real de la gente del pueblo y una compleja trama de aconteceres y sentires oscurece el poder ir al fondo de los hechos y su iter criminis o camino por el que transcurren.
La historia está hábilmente planteada y jala al espectador con su ritmo “endiablado”, dice un crítico, a querer saber más cómo se desharán los nudos del relato y quién o quiénes serán autores de cada crimen. Algo muy importante y humano se esconde tras los rostros y las almas misteriosas de cada protagonista. Estos relatos son para los que hoy quieren ver aventuras intrigantes bien contadas y con intenso ritmo y suspense.
2.- Escena del crimen: Desaparición en el Hotel Cecil (Crime Scene: The Vanishing at the Cecil Hotel). Docuserie norteamericana para todos los que amamos a la ciudad de Los Ángeles y sus misterios.
Sigue las peripecias de este hotel, junto con las del centro bravo de esta ciudad que es icónico y al mismo tiempo tan denostado. Relata la investigación a posteriori de desaparición misteriosa de Elisa Lam.
Serie documental bien actuada y con una narrativa bien minuciosa de hechos intrigantes y provocadores de introspecciones y nostalgias. El hotel es construido en 1928, como nuestra hoy Casa de la Cultura de Tijuana, pero, al revés de ésta, va yendo de más a menos. De ser lujoso, pasa a ser decadente y conflictivo, lleno de fantasmas y de sucesos indescifrables.
Como su ciudad, el hotel es objeto de episodios y vivencias que parecen únicas. En la investigación entren ya los metiches activos en todas las redes informáticas que se empeñan en descifrar a partir de unas escenas televisadas en un elevador, lo que pudo pasarle a la inocente muchacha canadiense descendiente de chinos y que fue de turista a la California nueva.
La investigación se hace lo que llamamos “viral”: hay una multitud de detectives en la red. Por otro lado, está tupido de entrevistas detalladas y bien hechas. La narrativa que se encuentra en estas docuseries interesan sobre todo a personas con cierta cultura histórica y que, por ser introspectivas quieren ensanchar su inteligencia con el conocimiento más profundo de los hechos, de las costumbres y de las almas que los protagonizan.