Por Ana Celia Pérez Jiménez
Siempre estamos en la esperanza, recargados en el hombro del tiempo, esperando, esperando lo que pensamos, lo que deseamos, con la cualidad del tiempo de lo que en él buscamos y queremos.
Estamos en esperanza todos los días con todas sus noches, dormimos esperando despertar, despertamos esperando hacer un día completo, no un pedazo, no ciertas horas, el día completo. Esperanzados llamamos por teléfono, a la puerta, al otro en espera de una respuesta, en espera de que la otra persona esté presente o sólo esté.
Esperanzados hacemos de una rutina y ritual esperando a la suma de los días y horas den un resultado final del cual se prometía al seguir pasos, a seguir ciertos hábitos por un cierto periodo. Amamos en esperanza, esperando que el otro nos corresponda, esperando que el otro se dé cuenta de eso que sentimos, de lo que intensionamos, de lo que imaginamos con sólo verlos, olerlos, conversarlos.
Hay tantos habitantes de la esperanza y es maravilloso, es como un cielo en el cual ponemos un pie firme todos los días sin darnos cuenta, algo así como el aire, algo así como un bocado de flan. Hay gente que nace con esa esperanza, otros la adquirimos y la verdad yo no sé de qué grupo sea y hoy estoy consumida por mucho y no quiero internarme en esa caverna de cuestión en busca de la evidencia donde primero esa luz de la espera apareció. Únicamente sé que es y está, sólo sé que en esa viada me quiero ir y despegar, en ese aire quiero salir volando o tal vez flotando, pero algo así, algo así en estos días que me siento con mucha necesidad.
Me he mudado a esa esperanza en un sentido muy emocional y claramente figurativo, necesito una residencia en ese lugar, amanecer ahí, dormir ahí, crear desde ahí, porque así no me siento sin ella y quiero ese anhelo, esa felicidad despejada, esa felicidad con excusa y permiso. Pensar que todo tiene una razón de ser, ser óptima e imaginar que tanto será como lo pinte, que será como nos prometieron y quiero creer.
Dicen que uno debe manifestar, pues yo manifiesto a la esperanza desde que abro el ojo, en el mismo sueño, en las pautas que no estoy consciente y cuando pronunció palabras con la “R”, esperanza, tiempo, la cualidad de, el que porta, el tiempo y esperando, esperando sin prisa, sin tren, sin vida, viviendo en ella, esperando la segunda taza de café.