Por Lucy Ocaña
Comienzo por decirles que no sabía si escribir o no escribir esta columna… ¿por qué? Pues porque el tema obligado para mí, serían las manifestaciones que se han realizado en la última semana y la verdad, no sé si debo abonar a la inconformidad ciudadana o tratar de entender y trasmitir la visión del gobierno, pero aquí estoy.
Escuché hoy en un noticiero nacional, una entrevista que le hicieron al Presidente de O.C.D.E. José Ángel Gurría, que de acuerdo a sus números, esta “liberalización” del precio de la gasolina debería haberse hecho hace 10 años. Según su dicho esto tendría que haberse realizado en el 2006… eso era finales del sexenio de Vicente Fox y año electoral…. Con razón no lo hizo.
Pero el caso es que durante el sexenio de Calderón, tampoco se hizo. No cabe duda que al Presidente Peña Nieto le ha tocado “bailar con la más fea”. Ha tomado, promovido y presentado las decisiones y acciones más difíciles de los últimos 30 años, que serían más o menos la culminación de la política económica neoliberal.
Todo hubiera estado bien, si no existiera el descontento popular del cual ya han podido percatarse hasta los políticos ciegos y sordos, el cual no es solo por el bárbaro incremento del precio de la gasolina, sino que esto es solo “la gota que derramó el vaso”.
El descontento popular se ha venido gestando en los últimos años principalmente por varias razones, entre las que encuentro: En primerísimo lugar, la corrupción gubernamental en sus tres órdenes de gobierno y en los tres poderes. La impunidad para castigar los casos que han sido tan obvios de esa misma corrupción. La falta de transparencia del manejo de los recursos públicos. El nombramiento de funcionarios sin la preparación y experiencia en posiciones importantes, solo por sus relaciones de amistad. La arrogancia y prepotencia de los funcionarios públicos, alejados del pueblo. El despilfarro de recursos públicos, en beneficio de unos cuantos. La inseguridad que sexenio a sexenio crece y no parece tener fin. La pérdida del valor adquisitivo de nuestra moneda.
Como nos daremos cuenta, son muchos factores acumulados. Si a eso le sumamos que se acerca el proceso electoral para elegir Presidente de la Republica y renovar el Senado y la Cámara de Diputados, pues entonces todo está dado para que se dé el escenario y la reacción popular. Con esto no quiero decir que los movimientos no son legítimos ni justificados, sino que qué todo se acomodó perfectamente.
En Baja California tenemos además otros motivos para estar inconformes, porque desafortunadamente el actual gobernador ha demostrado con creces, antes y ahora, que no está a la altura de lo que nuestro Estado requiere en sus gobernantes. El tener una mayoría de diputados en el Congreso, emanados de su partido, lo volvió impositivo y ahora pueden violentar la Constitución, las leyes y ofender políticamente a sus iguales, por ese hecho: ser mayoría. La llamada “Ley de Aguas del Estado de Baja California” dará mucho más que hablar y será en otra columna donde lo trataremos ampliamente… anoto simplemente: Si no nos defendemos ahora de este nuevo atraco, dentro de unos años estaremos lamentando el que nos bañemos a jicarazos, para no gastar agua, por lo exorbitantemente cara que será.
Y mientras que en Tijuana había bloqueos en “El Chaparral”, manifestaciones en las calles y glorietas, estaciones de gasolina cerradas por desabasto, el Alcalde andaba de domingo en Chula Vista, California. De compras, comiendo y cargando gasolina, como cualquier tijuanense clase media. ¿Cualquier tijuanense? Perdón, pero aunque él quiera llamarse “hombre sencillo”, la responsabilidad que asumió al tomar protesta como Presidente Municipal, le obligan a “sacrificar”, en muchas ocasiones, sus “domingos familiares en el extranjero” para estar “aunque sea de bulto” al pendiente de lo que está sucediendo en el Municipio que gobierna.
Lo dicho: lo que identifica a los gobernantes que tenemos actualmente es su falta de sensibilidad, falta de oficio político y una muy restringida inteligencia.