Por Maru Lozano Carbonell
Cada día es más difícil que se acepte que una relación debe perdurar, se busca rápido la salida fácil. Lamentablemente, ante una separación siempre hay terceros que la padecen también. ¡Ojo! porque los hijos ante un divorcio, ¡se sienten culpables! Y con base en ese sentimiento estarían funcionando en lo sucesivo. El cambio drástico depende de firmeza, paciencia y buena comunicación para salir adelante.
Si no hay posibilidad de sanar la relación, necesitas superar el duelo aceptando poco a poco que existirá: enojo, miedo y tristeza. Si consultas a un especialista y acercas a tus hijos a terapia, sería beneficioso.
Acuérdate que las causas de tu ruptura no se hacen públicas, si quieres evitarte la tortura social, sólo di: “Es doloroso, aunque hubo que decidirse por este camino”. Si te cuestionan qué pasó, sólo contesta: “Bueno mira, imagínate que para llegar a esto tuve que haber perdido un poco el hilo inicial ¿cierto? No me interesa hablar del pasado, por ahora prefiero dedicarme al futuro por mi bien y el de mis hijos”. Si te cuestionan: “¿Y ahora qué vas a hacer? O ¿cuánto dinero se dará o recibirá?”, agradece la preocupación y comenta que sobre eso te está asesorando el experto.
Por el contrario, es aburrido y dan ganas de salir corriendo cuando eres tú la que no habla de otra cosa que no sea el divorcio, mejor recurre a un especialista.
A los hijos son a los primeros a los que les tienes que dar explicaciones (de acuerdo a su edad) de lo que pasa y pasará, una vez asegurado el cambio. No te vayas al pasado, solamente diles: “Hoy por hoy decidimos separarnos, la situación de ahora en adelante será que con su papá o su mamá estarán los días…”. No cometas el error de dar a los hijos el rol de hombres de la casa, de nanas, ¡de nada! Son los mismos, sólo que los lugares y los tiempos cambian y aunque se acepte que duele, así será de ahora en adelante. Ante el “por qué” únicamente responde que así se ha decidido por el bienestar de cada quién.
Aceptar que la pareja pide el divorcio es actuar con dignidad dentro de una asesoría que lleve a un acuerdo justo. En mi opinión, cuando uno de los dos ya no quiere vivir en pareja, entonces se necesita de un tercero muy profesional para poner el orden necesario que reposa bajo lo emocional y que muchas veces, tanta neblina impide la conciencia, te recomiendo la mediación.
Si promueves el respeto desde la ruptura hasta que falleces, tus hijos tomarán un ejemplo excelente que imitarían al terminar un noviazgo, una amistad o una relación laboral y algo importante, ¡que se puede iniciar otro vínculo!
Nadie dice que es sencillo, pero nadie dice que debe ser agresivo ni destructivo, cobijándonos con gente inteligente, profesional y positiva, caminaremos por lugares seguros y con la costumbre entonces de abrir nuestro abanico de posibilidades en cuanto a relaciones humanas se refiere.
San Agustín decía: “En las cosas necesarias, la unidad; en las dudosas, la libertad; y en todas, la caridad”.