Bellatín y la Bola negra

Por Guadalupe Rivemar

Una pequeña  bola negra  es lo que queda de un raro insecto africano que se devora a sí mismo.  Bola negra es el título de un cuento del escritor Mario Bellatin, donde su protagonista “El entomólogo  Endo Hiroshi, decidió cierta mañana dejar de comer  todo aquello que pudiera parecerle saludable al resto de las personas”.

 

Bola negra-el musical de Ciudad Juárez, es también  el título  de un filme experimental  de este  escritor mexicano-peruano, ganador del   Premio  Xavier Villaurrutia en el 2000. 

Este nuevo proyecto  fue presentado en el Pabellón de la Ciudad de México  durante  la pasada Feria del Libro en Español de la ciudad de Los Ángeles, LéaLA.   La pieza fílmica es  difícil de etiquetar pudiera ser un documental, pero no, a la vez intenta ser un musical pero solo  a veces, es acaso simplemente una pieza literaria ilustrada? Tampoco. Es más y es menos.

La película en si  dura aproximadamente uno hora y   nos presenta escenarios  desolados  de Ciudad Juárez   con intervenciones musicales  operísticas  a cargo de un coro  integrado por  niños y jóvenes quienes -después sabemos por referencias- son chicos en situación vulnerable, preparados  especialmente para este ensayo músico- vocal,  por Marcela Rodríguez;  y como  hilo conductor, la voz narrativa del propio autor leyendo fragmentos  de su texto.

Las imágenes mostradas  bien podrían pasar por locaciones de esa  Tijuana que no nos gusta ver,  la de las colonias de la periferia, la de las enormes y frías naves industriales,  la de las casas abandonadas que alguna vez fueron el hogar de una familia.  

Durante la proyección  vamos apreciando distintos elementos   (coro, voz, literatura, imágenes)  en apariencia inconexos pero que  van  armando paso a paso, un discurso, una historia que nos deja con una  extraña sensación de desasosiego.  Las reiteraciones textuales no son solamente palabras, nos remiten a nuevas  referencias visuales. 

Piense usted en esa bola negra, es decir, en el pequeño estómago  de un insecto que se ha devorado a sí  mismo, y luego imagínese  a  un personaje que también termina  realizando un acto de auto canibalismo.

Este  filme  viene a ser, no obstante,  la  metáfora ideal  para  ciudades  como Ciudad Juárez (¿o Tijuana?) que se erosionan, se carcomen, se autodestruyen, pero también se regeneran.  Como evidencia la cámara nos muestra  esas  casas desiertas  donde sólo han quedado  vestigios absurdos: un tenedor de plástico, un zapato  o una lata de soda,  objetos que se resignifican  y dejan de ser basura  cuando  son rescatados de los escombros  por la mano única de  Bellatin,  en escenas  que son un guiño   al  cine  de Andrei Tarkovski.

Mario Bellatin puede ser considerado un escritor hermético, pero en realidad es un autor que abre infinidad de puertas  para  colocar  a sus lectores en medio de  escenarios extremos que son terribles y fantásticos.

Sus obras han sido traducidas al inglés, alemán y francés entre  otros idiomas; estudió Ciencias de la Comunicación y  después Cine y Televisión, fue ganador de una beca Guggenheim y  es considerado como uno de los mejores escritores de Latinoamérica.