Por Maru Lozano Carbonell
¿Cómo se le llama a una respuesta normal y necesaria del cuerpo ante situaciones que se perciben como desafiantes o amenazantes? ¿Cómo se le llama a eso que puede ser beneficioso porque nos motiva a hacer frente a las demandas de la vida y a rendir al máximo, pero que cuando es intenso o prolongado, tiene efectos negativos en la salud física y mental? Se llama estrés.
Muchos dirán que la generación de mazapán no aguanta nada, que ya la gente en general con la pandemia quedó muy tocada, pero ¡ay! ¡no exageres!
En realidad, todos los seres humanos somos complejos y en constante crecimiento, ¡todos estamos aprendiendo a vivir, a improvisar, a manejar las propias situaciones!
El “estrés” puede aparecer en forma física o emocional y la intensidad varía de persona a persona. Comprendamos que lo que puede ser estresante para alguien, para otro no.
Antes, las enfermedades no se ventilaban en el trabajo, en casa todos sabían y atendían, pero pocas veces se revelaba alguna condición en el campo laboral. Ahora, es más común que en la oficina surjan crisis y sepamos que un compañero tiene una enfermedad que en su casa a lo mejor ignoran.
Si notas cambios en su rendimiento y presenta dificultad para completar tareas, el estrés puede hacer que cometa más errores de lo normal.
Si notas cambios en su comportamiento como signos de irritabilidad, ansiedad o depresión, podría aislarse o generar conflictos para evitar trabajar en equipo o interactuar con los demás.
Si de repente te llega con bruscos cambios en la apariencia luciendo cansado o desaliñado, a cada rato pide analgésicos del botiquín para sus dolores de cabeza o problemas de digestión, estamos ante evidentes casos de estrés.
Si ya se asoman los cambios de asistencia, está faltando al trabajo con más frecuencia y presenta dificultad para llegar a tiempo. ahí también hay tensión.
Si un colaborador muestra varias de estas señales y parece estar pasando por un período de alta presión o demanda en el trabajo, es posible que esté experimentando estrés. En cualquier caso, es importante hablar con el empleado y ofrecerle apoyo y recursos para ayudarlo a gestionar la ansiedad.
Los médicos internistas pueden ayudar a identificar y tratar el estrés. También pueden derivar a un paciente a un profesional de la salud mental, como un psiquiatra o un psicólogo, si es necesario.
El tratamiento del estrés puede incluir terapia, medicación o una combinación de ambas. La terapia puede ayudar a las personas a identificar y modificar los pensamientos y comportamientos que contribuyen a su angustia. Los medicamentos, como los antidepresivos, pueden ayudar a controlar los síntomas físicos y emocionales del estrés. Es importante trabajar con un médico o profesional de la salud mental para encontrar el tratamiento adecuado para cada persona.
Las terapias humanistas ayudan a desarrollar una mayor conciencia de sí mismos y de sus necesidades, y por ende, a tomar decisiones más saludables y auténticas. ¿No quisieras en tu empresa trabajadores sanos? Ahora nos toca exagerar la nota de lo que hacíamos como jefes y facilitar la oportunidad de fluir cada vez mejor. Planea en tu agenda contactar a un experto para que platique con cada uno de tu equipo.
Dedicación, diagnóstico y plan de acción constante, garantiza mejor productividad y ambiente, ¡te lo aseguro!