Redacción/Infobaja
El uso de hidrógeno como combustible durante la transición a un mundo sostenible es una opción viable en la búsqueda de fuentes alternativas de energía para mejorar la calidad de vida de las personas y disminuir el impacto negativo al medio ambiente, explicó Juan Barroso.
El docente de posgrado e ingeniería de Cetys Universidad preciso que dicha búsqueda se da con base en las prioridades para la agenda 2050 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El hidrógeno, dijo, es el elemento más presente en la tierra, lo cual lo convierte en un recurso prácticamente inagotable. Bajo cierto tipo de condiciones las emisiones de este tipo de combustible son interesantes desde el punto de vista ambiental, ya que la reacción produce electricidad y vapor de agua; que se traduce en un impacto menor al medio ambiente.
El académico precisó que el empleo del hidrógeno puede reducir el índice de emisiones de carbono que afectan la atmósfera, al mismo tiempo que es capaz de abastecer la demanda energética.
“Creo que México está preparado para empezar a dar los primeros pasos en la transición a esta tecnología ya que es un tema prioritario y que nos involucra a todos; ya que la energía está presente en las actividades diarias, medios de transporte y el quehacer cotidiano”, aseveró.
Los impactos ambientales de las fuentes de combustibles fósiles como el carbón, petróleo y el gas natural, han representado un reto para la comunidad científica en la búsqueda de alternativas con un impacto ambiental mínimo o incluso nulo, explicó.
El proceso para considerar al hidrógeno como un combustible limpio implica un método de separación de energía renovable.
Una vez que se produce el hidrógeno, este fluido puede ser usado en celdas de combustible, así como en motores de combustión interna típicos como los actualmente usados en los automóviles.
Sin embargo, el almacenamiento, transporte y los sistemas de distribución de hidrógeno representan un enorme desafío para la transición de energías fósiles con altas emisiones de dióxido de carbono a otras más amigables con el medio ambiente; esto es por las temperaturas bajas y la alta presión que el trabajar con la molécula H2 implica.